Cuando veo las imágenes de modelos publicitarias de hoy, delgadas hasta los huesos, con cuerpos atléticos, músculos marcados y pechos artificiales y desproporcionados, cada vez más similares a un maniquí; y por otro lado, a los hombres cada vez más obsesionados con su imagen, con rostros de adolescentes andróginos y con sus ropas ajustadas, empiezo a creer que las diferencias entre ambos sexos están cada vez más atenuadas, y que tanto unas como otros viven pendientes de su imagen, de su éxito y de su individualidad.
Lo mismo, cuando me entero que la gente cambia su sexo en base a su sexualidad; o que se alquilan vientres maternos para que sean padres aquellos que por su condición sexual no pueden serlo naturalmente. No estoy juzgando la decisión de nadie en particular, cada uno es dueño de hacer de su vida lo que le plazca, no quisiera formar parte de una nueva inquisición. Al contrario, entiendo que en la mayoría de estos casos se actúa por amor, y eso es definitiva lo importante; pero también entiendo que hay miles y miles de niños lanzados imprudentemente al mundo que esperan ser criados, cuidados y amados.
Sé perfectamente que la sociedad está cambiando a pasos agigantados y que la ciencia empuja con su avance permanente. Mi temor es el rumbo que hemos tomado y el destino desconocido que nos espera. Estamos en la era del individualismo absoluto. Donde la naturaleza se haya por completo manipulada por el hombre. Donde la familia como célula inicial de toda sociedad está en crisis. Como si de aquí a un tiempo, el hombre como individuo pudiera satisfacer todas sus necesidades naturales sin relacionarse con nadie. Entonces me pregunto si estaremos condenados a quedarnos solos.
Sé perfectamente que la sociedad está cambiando a pasos agigantados y que la ciencia empuja con su avance permanente. Mi temor es el rumbo que hemos tomado y el destino desconocido que nos espera. Estamos en la era del individualismo absoluto. Donde la naturaleza se haya por completo manipulada por el hombre. Donde la familia como célula inicial de toda sociedad está en crisis. Como si de aquí a un tiempo, el hombre como individuo pudiera satisfacer todas sus necesidades naturales sin relacionarse con nadie. Entonces me pregunto si estaremos condenados a quedarnos solos.
Cada vez son más quienes eligen no tener hijos y cada vez son más los que eligen tenerlos sin mediar una pareja, por lo tanto cada vez son más los hijos huérfanos de padre o madre.
Aldous Huxley en su genial metáfora futurista "Un mundo feliz" (1932), vislumbró un mundo donde los individuos eran creados artificialmente y su vida quedaba digitada y condicionada a través de procesos inductivos a los que eran expuestos desde que nacían. Allí no había lugar para los sentimientos, ni las tristezas ni las alegrías, el soma lo solucionaba todo. No existía la familia, los padres, las madres, los hermanos.
Parafraseando a Charly García: Será como yo me lo imagino, o será un mundo feliz?
Por Gabriel Real | La Sodera 2012
Por Gabriel Real | La Sodera 2012
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