Antes de todo eso estaba el blues, entendido este no como un estilo del jazz. Es más que eso. El blues es el origen de todo. Es la columna vertebral del jazz. Sus orígenes son inciertos y lejanos, aunque es indudable que se trata de una genuina creación afroamericana, sin parangón con las tradiciones europeas. En sus formas arcaicas, aparece ya después de la Guerra Civil americana o incluso antes. Era el blues rural cantado en los campos de algodón, en las prisiones y en los caminos por bluesman desconocidos, anónimos y sin ningún atisbo de profesionalidad. Alguien dijo algún día, que el blues, no era mas que un hombre dolido pensando en la mujer con la que estuvo alguna vez. El sonido del alma chirriando cuando es acosada por el dolor; un lamento en forma de canción. El jazz y el blues están íntimamente ligados el uno al otro.
Las grabaciones de 1917 de "La Original Dixieland Jass Band" (así con dos eses), inauguraron las primeras grabaciones discográficas de jazz, aunque fue en 1923 cuando Joe King Oliver y su "Creole Jazz Band" dieron con la formula para iniciar la saga de grabaciones históricas del jazz. A pesar de las deficiencias técnicas de sonido de los primeros registros de jazz, no deja de ser espectacular, observar como en el breve lapso de unos escasos tres minutos, aquellos artistas eran capaces de inventar y crear autenticas obras maestras.
En ese marco, Louis Armstrong a la cabeza de los "Hot Five" y luego "Hot Seven", consiguió que el jazz pasara definitivamente a ser una música adulta, instaurando la preeminencia individualista del improvisador sobre el colectivo de la orquesta.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, entre mediados de los años treinta y casi hasta el final de la II Guerra Mundial, la música de jazz fue la favorita del público mayoritario en los Estados Unidos. Ni antes, ni después, eso volvería a suceder. El swing, ese balanceo rítmico que dio nombre no sólo al baile sino a toda una época -el Swing con mayúsculas- se difundía de costa a costa, a través de las retransmisiones en directo por las emisoras de radio de los conciertos de las grandes bandas. Los nombres de Benny Goodman, Jimmie Lunceford, los hermanos Dorsey, o Duke Ellington, se hicieron populares entre el gran publico y su fuerza llegó hasta la vieja Europa. Hasta en la misma Alemania nazi, llegarían los ecos de esa música, desafiando claramente la actitud hostil del régimen fascista hacia esta música.
Pero fue en Paris -otra vez Paris- donde se produce el fenómeno mas importante de penetración del swing fuera de las fronteras americanas. Alrededor del influyente critico musical, Hugue Panassié, quien fundo en 1932 el Hot Club de Francia, la revista "Jazz Hot" en 1935 y el sello discográfico "Swing" en 1937, se consolida un movimiento musical importante. Panassié, incluyó en el Quinteto inicial del Hot Club a dos músicos trascendentales para el devenir del jazz en el viejo continente: el violinista Stephane Grapellí, y sobre todo el guitarrista belga, Django Reinhardt, el músico europeo de jazz que más ha influido sobre sus compañeros norteamericanos de cualquier raza a lo largo de todos los tiempos.
Con el comienzo de la II Guerra Mundial, terminó la era del swing. La recesión económica, los altos impuestos a los locales que empleaban cantantes y orquestas y la llamada a filas de muchos de los músicos, obligaron a los empresarios a cerrar los salones de bailes y abrir pequeños clubes que en torno a pequeñas formaciones instrumentales cambiaron el signo y la evolución del jazz. La Calle 52 en el barrio negro de Harlem fue el paradigma de aquella nueva música y de aquél nuevo sonido, llamado: bebop o bop.
El bebop germinó con fuerza y Charlie Parker y Dizzy Gillespie, abanderaron el nuevo sonido que cambiaría conceptualmente el jazz de todo el siglo venidero. Mientras esto ocurría en New York, en la Costa Oeste, el jazz tradicional en su versión blanca -el dixieland- renacía con fuerza de la mano del guitarrista Eddie Condon, y otros músicos de la escuela de Chicago. Por ultimo al final de la década de los años cuarenta, Lennie Tristano y Miles Davis -otra vez Miles- abrían nuevas puertas al jazz con sus grabaciones del Noneto Capitol en 1949 y conocidas y desarrolladas a lo largo de loa años cincuenta. Fue el nacimiento del cool.
El jazz en los sesenta fue sin duda protagonizado por Miles Davis. En cierta forma, él ejemplificaba todas las inquietudes del músico de la época y ofrecía soluciones a las respuestas que el jazz venía planteando. Ornette Coleman, había grabado, justo en la frontera de la década anterior a esta, varios discos conceptuales que cuestionaban actitudes musicales generalmente aceptadas. Las capas más combativas de la población negra americana hicieron suyas esa filosofía, la radicalizaron y protagonizaron en la segunda mitad de la década una airada revolución, ya insinuada en el bebop, dispuesta a derribar términos y tradiciones que repudiaban la docilidad del negro frente al blanco, encarnada en el Tío Tom.
Miles Davis y John Coltrane pusieron música a ese espíritu reivindicativo y Cecil Taylor, Archie Shepp o incluso, Max Roach y su esposa Abbey Lincoln, le pusieron la letra a aquélla renovación de conceptos.
DISCOS ESCENCIALES
Kind of blue
(Miles Davies, Columbia 1959)
Obra celestial, imprescindible entre imprescindibles, música afrodisiaca, inspiración divina, el disco más vendido no sólo de Miles sino de toda la historia del jazz, una de las mejores obras que jamás se hayan grabado. Esto y mucho más se ha dicho de "Kind Of Blue". Su reputación es tal que en cierta manera ha dejado de ser un simple disco para convertirse en un mito. "Kind Of Blue" es una de las obras fundamentales de Miles Davis, sin ninguna duda. Su éxito entre los aficionados al jazz tal vez sea debido a que esta obra se sitúa en el punto de equilibrio idóneo de la balanza formada por las diversas corrientes jazzísticas. Aceptado de la misma forma por aquellos (crítica y público) más reaccionarios que por los otros más intransigentes, así como un disco perfecto para atraer la atención de los no iniciados al jazz.
A Love Supreme
(John Coltrane, Impulse 1965)
Considerada como una de las grabaciones más importantes de la historia del jazz. Este disco de John Coltrane significa una síntesis de sus exploraciones preliminares y la piedra de toque de toda la liberación musical que emprendería en los dos años y medio de vida que le deparaba el futuro: bien mezquino él, por lo demás. Grabado a fines de 1964 junto al clásico cuarteto de Coltrane, Elvin Jones, Jimmy Garrison y McCoy Tyner. "A Love Supreme" se convirtió en un éxito de ventas combinando concisión y prolijidad con provocación y espiritualidad. El disco es una plegaria de treinta minutos dividida en cuatro partes con una progresión temática y emocional que alcanza su culminación en su conclusión.
Time Out
(Dave Brubeck Quartet, Columbia Records 1959)
Ahora nos toca el ya legendario pianista, compositor y arreglista Dave Brubeck junto a su estelar cuarteto. Y como era de suponerse con uno de sus más emblemáticos discos, el multireconocido “Time Out”. Una de las piedras filosofales del Jazz (y de la música, por supuesto). Este es un disco muy placentero para escuchar, las armonías logradas por la perfecta interacción del piano clasicista de Brubeck y el suave saxo alto de Paul Desmond. "Blue Rondo à la Turk" y "Take Five" son imprescindibles.
Waltz for Debby
(Bill Evans Trio, Riverside 1961)
Evans vuelve a demostrar por qué era un genio y por qué su nombre siempre estará en las primera líneas de los grandes innovadores del jazz. Este es un disco grabado en vivo durante un par de conciertos que el Trío dio en junio de 1961 en el Village Vanguard, un célebre club de jazz de aquella época en pleno Greenwich Village, el barrio "artístico" de Nueva York. Junto con "Sunday at the Village Vanguard", la banda suena en su apogeo, a pocos días del trágico accidente que le quitaría la vida a La Faro.
The Incredible Jazz Guitar
(Wes Montgomery, Riverside Records 1960)
Grabado en New York en 1960, reúne a tres notables músicos: el bateria Albert Heath, al notable contrabajista de The Modern Jazz Quartet, Percy Heath y el excelente pianista Tommy Flanagan. Un disco único, suave, cálido, acogedor y mágico, donde el virtuosismo de Montgomery queda demostrado con creces, especialmente en piezas originales como "Four on six", en el blues de "D-natural blues" y en baladas como "In your own sweet way".
Night Train
(The Oscar Peterson Trio, Verve 1962)
Oscar Peterson, fue algo más que un pianista síntesis entre Art Tatum y Bud Powell, como muchas biografías lo encasillan. Sumados a eso los influjos de Hank Jones, George Shearing y James P. Johnson, dieron un pianista con suficientes rasgos personales como The Oscar Peterson trío para ser considerado un caso aparte. Su portentosa capacidad instrumental y el desarrollo extraordinario de un concepto particular del trío, son suficientes argumentos para constatar la capacidad y la calidad de un músico que alcanzó con las 88 teclas del piano una fuerza expresiva, un poder rítmico, y un sentido del blues absolutamente fuera de lo común. El desafío es escuchar "Hymn to Freedom" sin emocionarse.
Soul Station
(Hank Mobley, Blue Note Records 1960)
Estamos ante uno de los más reconocidos discos del comúnmente infravalorado saxofonista tenor Hank Mobley. Conocido como el campeón de los pesos medianos, por su capacidad de tocar tan suave como potente, se rodea de un cuarteto de lujo: el baterista Art Blakey, el contrabajista Paul Chambers y el pianista Wynton Kelly. Ideal para aquellos que todavía creen que el jazz es aburrido. Prestar especial atención al solo del pianista Wynton Kelly. Pura belleza y emoción aseguradas.
Midnight Blue
(Kenny Burrell, Blue Note Records 1963)
Kenny Burrell tiene condiciones para ser un mito. Toca la guitarra, que no es mala cosa para empezar. Algunos de sus discos se han convertido en leyendas, como el que nos ocupa en este momento. George Benson, B. B. King, Stevie Ray Vaughan y Jimi Hendrix han reconocido haberse sentido muy influenciados por Burrell y más concretamente por su 'Midnight Blue'. El blues nunca fue tocado con la brillantez y la delicadez que lo hace Burrell en este disco, donde además Ray Barretto se luce en las congas. En "Soul Lament", la guitarra llora.
Iddle Moments
(Grant Green, Blue Note Records 1963)
Grabado en el mejor momento de su creativa carrera. "Idle Moments" es el disco que consagra definitivamente a Grant Green como uno de los grandes guitarristas de jazz. El disco es una excepcional prueba de originalidad, belleza y swing a dosis iguales. Joe Henderson ayuda a dar al álbum una brillantez fuera de lo común.
Soulville
(Ben Webster, Verve 1958)
"Soulville", es un auténtico lujo para los oídos. Webster acaricia el blues con su saxo, y es para prestar especial atención al tema "Lover Come Back To Me", donde el diálogo entre el saxo y el piano del gran Oscar Peterson, honran la música. Después como si fuera poco, Webster deja el saxo y se sienta al piano para continuar con el jam.
Somethin‘ Else
(“Cannonball” Adderley, Blue Note 1958)
Para este disco “Cannonball” Adderley decide invitar en cordial gesto al talentoso Miles Davis. Por esto quizás resulte que una buena mayoría de críticos especializados lo den como otro disco del gran Davis publicado engañosamente bajo el nombre de “Cannonball” Adderley. Puede parecer así, sin embargo no lo es. El gran mérito es del genial “Cannonball” Adderley, que consiguió reunir en una misma sesión a estos “titanes" del Jazz para entregar una obra tan bella como sobria en sus más mínimos detalles.
Saxophone Colossus
(Sonny Rollins, Prestige 1956)
"Saxophone Colossus" se revela como la obra de un músico precozmente maduro que huye de la rutina y busca nuevos cauces para dar salida a su innato sentido de la estructura. Otro grande del jazz opacado un tanto en su momento por la grandeza de John Coltrane.
Speak No Evil
(Wayne Shorter, Blue Note Records 1964)
Speak No Evil es una obra maestra del hardbop. Pero es fácil decir eso sin añadir algo más. Creo que citando apellidos de la talla de Hancock, Hubbard, Carter y Jones poco más hay que decir. El trabajo conjunto de Shorter y Hubbard es sublime, dando cátedra de improvisación con su virtuosismo.
Getz/Gilberto
(Stan Getz & Joao Gilberto, Verve 1963)
Jazz y Bossa, Bossa y Jazz fundidos en uno, haciéndose el amor mutuamente. Una mezcla perfecta. Joao Gilberto, el creador del Bossa, se une a uno de los máximos exponentes del jazz mundial y un saxofonista magnífico Stan Getz, para hacer uno de los mejores álbumes hechos jamás. El álbum Getz/Gilberto, ganó dos premios Grammy en 1965, el de mejor álbum y el de mejor single, superando a Los Beatles con su tema “A Hard Day’s Night”. Esto fue sin duda una victoria para el jazz y la bossa-nova y derivó en la propagación de esta música entre millones de personas, allanando el camino para que la música brasileña y sus instrumentos se sumaran al jazz.
Black Saint and the Sinner Lady
(Charles Mingus, Impulse 1963)
Obra que parece haber sido pensada para la danza, es también una síntesis de toda su obra anterior y sorprende por su estructura, muy similar a la sinfónica. En las aportaciones de los músicos llama la atención, por un lado, el empleo "español" de la guitarra, que recuerda, en parte, el pasado "chicano" de Mingus, y, sobre todo, el papel solista del saxo alto de Charlie Mariano. Este álbum es, sin duda, el disco favorito de muchos seguidores de la obra de Mingus.
Herbie Hancock
(Headhunters, Legacy 1973)
"Head Hunters" es una explosiva mezcla de jazz, funk y música africana y se compone de 4 temas de larga duración. El álbum comienza con una creación del saxofonista Bennie Maupin, "Chameleon", que es una composición muy pegadiza y también muy bailable, para seguir luego con la famosa "Watermelon Man" que consagró a Herbie Hancock como uno de los más importantes compositores de jazz. El tercer track, "Sly", está dedicado a Sly de "Sly and The Family Stone" un grupo pionero de funk y soul. Esta composición es un funky al estilo de la banda que lidera Sly. Y para terminar "Vein Melter", un tema lento donde el protagonismo corre a cuenta del saxofonista Bennie Maupin y del Fender Rhodes que toca Herbie Hancock.
Page One
(Joe Henderson, Blue Note Records 1963)
Joe Henderson pasará a la historia del jazz por varias razones, entre ellas la de ser el saxo tenor de dos de los discos más vendidos de la historia del sello Blue Note: "The Sidewinder" de Lee Morgan y "Song for My Father" de Horace Silver. De la importancia de su aportación al jazz queda como testigo este disco, el primero que grabó a su nombre como líder. "Page One" comienza con dos temas de Dorham: "Blue Bossa" y "La Mesha" (balada dedicada a su hija). A partir de ahí el disco es de Henderson y ya se nota en "Homestrecht". "Recorda Me" ya había sido compuesta en 1955 y "Out of the Night" en 1957. El disco se completa con "Jinrikisha", un tema de toques orientales y con un McCoy Tyner espectacular al piano. En la portada del disco sólo aparece el nombre de cuatro de los componentes del grupo. El quinto aparece como "etc". La razón es que Tyner tenía un contrato con Impulse y no podía aparecer en los créditos. A pesar de haber transcurrido mas de cuarenta años desde su grabación, Page One es un disco intemporal, una obra maestra de un músico que había encontrado la fórmula para hacer jazz de primera clase.
Money Jungle
(Duke Ellington, Mingus & Roach, United Artist 1962)
Al escuchar "Money Jungle" uno duda - a no ser por el sonido de grabación - que el disco sea de 1962. El pasado aquí es presente, incluso mucho más avanzado en lenguaje que el presente de algunos nombres propios actuales. Lo que aquí escuchamos es un "pique" musical de altos vuelos. Tres grandes maestros alejados del conformismo de su propia fama. Quizá llama especialmente la atención el piano de Ellington. Sobre todo porque es en Duke en quien se produce una transformación más visible. De un piano de habitual moderado pasamos aquí a un piano que charla de igual a igual con un lenguaje más propio quizá de la "jungla" Mingus. Una "Jungla del dinero" que se convierte aquí en una salvaje convivencia entre tres fuertes personalidades de la historia del jazz. "Money Jungle" es un conglomerado de grandes sorpresas. Música con inusitada fuerza e intensidad que llega por momentos a flirtear con detalles del "free-jazz" - un ejemplo en el tema "Money Jungle" - o incluso con impresionismos sonoros - Fleurette Africaine -. Incluso los sonidos más "clásicos" del piano de Ellington se ven sorprendidos por un contrabajo en ocasiones percusivo de un siempre rompedor Mingus.
'Round About Midnight
(Miles Davis, Columbia 1955)
Grabado en los estudios Columbia en New York entre el 26 de Octubre de 1955 y el 10 de Septiembre de 1956, es el primer disco de Miles Davis para el sello Columbia. Señala el inicio de una impresionante producción para la casa cuya culminación tuvo lugar en 1959 con "Kind Of Blue", grabación que efectivamente apuntaló las bases de un jazz desconocido hasta la fecha. John Coltrane (saxo tenor), Thelonious Monk (piano), Red Garland (piano), Paul Chambers (bajo) y Philly Joe Jones (batería) son los cómplices de este acto creativo irrepetible. Su primer gran quinteto. Uno de los mejores grupos de jazz de la historia. El título se debe a la célebre canción de T. Monk que abre el disco “’Round Midnight”, aunque para el título del lp se le añadió “about”. EL lp se completaba con otras cinco canciones que bien se podría decir que eran homenajes a sus diferentes etapas anteriores, ya que encontramos temas de Charlie Parker (Ah-Leu-Cha) o Tadd Dameron (Tadd’s Delight) junto con “Dear Old Stockolm” con arreglos de Stan Getz, “Bye Bye Blackbird” y “All of You” de Cole Porter. Estamos ante los orígenes de “Kind of Blue”, a un paso de la historia, a un paso de un cambio en el jazz que se comienza a gestar en estas grabaciones. Imprescindible.
Open Sesame
(Freddie Hubbard, Blue Note Records 1960)
Primer trabajo de Hubbard. Es necesario repasar bien a fondo la historia discográfica de los músicos más importantes de jazz, para encontrar un estreno discográfico tan brillante como el que tuvo el trompetista Freddie Hubbard en este extraordinario "Open Sesame". Hay que destacar que también fue la primera grabación de otro monstruo como sería McCoy Tyner. Fue el inicio de una carrera fundamental, convertido ya para la historia del jazz en un trompetista de referencia. Hubbard tenía solo 21 años y ya había asombrado en los "Jazz Messenger" de Art Blakey. En el éxito de este disco tuvo mucho que ver su amigo, el también jovencísimo saxofonista tenor, Tina Brooks. El ambiente general del disco nos remite a los grupos de Art Blakey y Horace Silver, y junto a la originalidad de las composiciones y el apoyo de una sección rítmica formidable impregnan de un aroma muy particular este primer disco de un genio.
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