El reinado de Francisco I de Francia (1494-1547) fue brillante en el campo de las artes y de las letras, y turbulento en el terreno político y diplomático (enfrentamientos y alianzas con el emperador Carlos I de España y Enrique VIII de Inglaterra). En lo personal, llevaba una vida disoluta y licenciosa. De hecho, llegó a inspirar la obra “El rey se divierte” de Víctor Hugo y de ésta nació la ópera “Rigoletto” de Giuseppe Verdi.
En una ocasión el rey se prendó de una cortesana de París, quien al principio se mostraba esquiva, pero luego comenzó a mostrar interés y lo citó en una casa para tener su primer encuentro amoroso. No sabemos cómo pero el marido se enteró de dicho encuentro y del lugar en el que nacerían sus cuernos reales.
En una ocasión el rey se prendó de una cortesana de París, quien al principio se mostraba esquiva, pero luego comenzó a mostrar interés y lo citó en una casa para tener su primer encuentro amoroso. No sabemos cómo pero el marido se enteró de dicho encuentro y del lugar en el que nacerían sus cuernos reales.
El pobre marido se encontró en la disyuntiva de permitirlo manteniendo la amistad del rey, o impedirlo, perdiendo el favor real. Aunque sean pocos, hay ciertos momentos en los que los hombres tenemos momentos brillantes y de ingenio.
Antes del encuentro se escondió en la entrada de la casa donde se habían citado. Primero entró su mujer y cuando iba a entrar el rey salió de su escondite y comenzó a gritar: ¡Viva el rey! ¡Viva el rey!
Alertados por los gritos, todo el mundo se acercó a vitorear al monarca y éste tuvo que irse frustrado y sin su premio.
No sabemos si hubo posteriores citas, pero en aquella oportunidad, el ingenioso marido evitó la cornamenta real.
Fuente : www.historiasdelahistoria.com
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