LAS PUTAS DE ROMA

La Roma Antigua fue un mercado muy demandante del oficio más antiguo. Eso sí, la actividad estaba bien organizada y la oferta se diferenciaba claramante, al mejor estilo de los clasificados de hoy día.


Delicatae: eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos. Las que ahora se eligen con un catálogo y se les pone un pisito.

Famosae: mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social,  practicaban sexo por puro placer. El caso más significativo sería Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio. Cómo sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo, organizó un concurso en el palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse. Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber estado con setenta hombres, continuó hasta el amanecer.
 
Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares.
 
Noctilucae: las que sólo trabajaban por la noche.
 
Copae: las que trabajan en la Caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas - generalmente vino, chacinas, quesos o encurtidos - que podías tomar o llevar. No había bancos ni mesas, sino una barra al exterior en la que los clientes por un as podían templarse con una copa de vino y algo que roer).
 
Fornicatrices: las que lo hacían bajo los arcos de puentes o edificios. El término fornix significa arco de donde proviene fornicar.
 
Forariae: ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros.
 
Bustuariae: cerca de cementerios… con un poco de misterio.
 
Prostibulae: en la calle sin ningún control. Recordemos que según escribió Tácito, historiador romano, las mujeres que querían ser prostitutas estaban obligadas a registrarse ante la oficina del edil. Una vez inscritas (nombre, edad, lugar de nacimiento, y su “nombre de guerra”) se concedía la licencia (licentia Stupri).


Fuentes: 
Prostitutes, El latín erótico - Enrique Montero Cartelle
Aprender del pasado - José Manuel Pina Piquer

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