Se conoce como Cordobazo a un importante movimiento de protesta ocurrido en Argentina el 29 de mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba, una de las ciudades industriales más importantes del país. Su consecuencia más inmediata fue la caída del gobierno de Juan Carlos Onganía, y cuatro años después, el regreso del peronismo al poder.
En esa época gobernaba el país un régimen militar autodenominado Revolución Argentina presidido por el General Juan Carlos Onganía, a partir de cuya política económica se implementaron una serie de medidas a fin de abrir los mercados internos a los monopolios internacionales.
Durante los primeros años de gestión de dicho régimen, se desactivó la Comisión del Salario mínimo, vital y móvil y se congelaron la gran mayoría de las remuneraciones. Se buscó suspender el sábado inglés, único día en que la jornada laboral se reducía a la mitad. Se impuso el arbitraje obligatorio en los conflictos laborales y una ley de represión automática para huelgas y conflictos sindicales. Asimismo se intervinieron gran cantidad de sindicatos suspendiéndose sus personerías gremiales.
El gobierno también modificó la Ley de indemnizaciones por despidos y aumentó la edad para jubilarse. Dictó la llamada "Ley de represión del Comunismo", y bajo la acción de la DIPA (Dirección de Investigación de Políticas Antidemocráticas) persiguió y encarceló a los militantes políticos y sindicales sospechosos. Disolvió los partidos políticos e intervino las universidades, que fueron consideradas “centros de subversión y comunismo” por la propaganda oficial. En este contexto, estudiantes y profesores fueron desalojados violentamente de las universidades por la policía, en lo que se conoció como la Noche de los Bastones Largos.
En tanto, a fines de los 60 en Córdoba crecían peligrosamente las tensiones sociales: los estudiantes universitarios controlaban las altas casas de estudios. Los sindicatos de izquierda SITRAC-SITRAM (Sindicato de Trabajadores de Concord, Sindicato de trabajadores de Materfer) de la empresa automotriz FIAT, verdaderos sindicatos clasistas, exigían la ruptura con el FMI, la expropiación de los monopolios, la suspensión del pago de la deuda externa, el fin de la hegemonía de la burocracia sindical y que el control de las fábricas estuvieran en manos de los obreros.
El clima político y social generado por las determinaciones del gobierno fue agravándose paulatinamente, surgiendo en forma creciente actos de protesta y huelgas en todo el país. Los hechos previos que derivaron en el Cordobazo comenzaron los primeros días del mes de mayo de 1969, y fueron una sucesión de huelgas y asambleas sindicales organizadas por diversas corrientes gremiales y agrupaciones políticas cordobesas (no siempre coincidentes en sus objetivos y metodologías), los cuales fueron duramente reprimidos por orden de las autoridades militares provinciales y nacionales del gobierno dictatorial.
Dichos movimientos obreros estuvieron más o menos organizados y consensuados, y a ellos se unieron luego espontáneamente la casi totalidad de las agrupaciones estudiantiles y corrientes políticas de izquierda de la ciudad y sus suburbios, conjuntamente con un sinnúmero de marchas vecinales y protestas callejeras ciudadanas de todo tipo que confluyeron desde los barrios periféricos e industriales hacia el centro de la ciudad y chocaron en violentos enfrentamientos con las fuerzas policiales que se vieron desbordadas y ampliamente superadas por la creciente irritación popular contra el régimen dictatorial imperante.
A las 12:30 del 29 de mayo se produce la primera víctima fatal entre los integrantes de las columnas populares (Máximo Mena), hecho que provocó una reacción en cadena. Con incontenible furia los manifestantes se adueñaron de la ciudad, levantando muros de contención (barricadas) contra la policía, que debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores, estudiantes y vecinos enardecidos.
A partir de allí fueron tomados el Círculo de Suboficiales del Ejército, se incendiaron las oficinas de firma estadounidense Xerox, de la francesa Citröen, y diversas dependencias administrativas y la Aduana.
Ante el incontenible clima insurreccional, al caer la noche el gobierno nacional del Gral. Onganía decidió enviar al Ejército para reprimir las manifestaciones. Se produce el allanamiento de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos, con la detención y posterior juzgamiento y condena por los Consejos de Guerra de los dirigentes obreros, uno de cuyos principales referentes era Agustín Tosco.
Después de haber "cumplido con su deber" en el Cordobazo, las fuerzas armadas rechazaron lanzarse a una política represiva general. Onganía fue depuesto en junio de 1970 por la Junta de Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas (órgano supremo de la llamada "Revolución Argentina"), que designó al general Roberto Marcelo Levingston para ocupar el cargo de presidente.
El Cordobazo fue un punto de inflexión en la historia política argentina de las últimas décadas. Tuvo un efecto multiplicador de manifestaciones violentas contra el gobierno militar y contra la burocracia sindical en otras ciudades del país, y fue el punto de partida del resurgimiento de la corriente clasista en las fábricas, que pasaría a controlar Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados de importancia, llegando a dirigir el SMATA Córdoba y los sindicatos autónomos de Fiat Concord y Fiat Materfer (SITRAC-SITRAM). Dirigentes obreros de Córdoba adquirieron un alto protagonismo en la escena política nacional, principalmente Agustín Tosco, René Salamanca y José Francisco Páez.
Asimismo, el Cordobazo incentivó el crecimiento y accionar de agrupaciones de izquierda y células activistas, algunas de las cuales derivaron en organizaciones políticas armadas (entre las más importantes, el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias).
De tal manera ese movimiento constituyó un factor determinante para el debilitamiento y la posterior destitución del presidente de facto Onganía, abriéndose a partir de allí un período de transición, incertidumbres y decadencia del régimen militar. También se produjo la separación de Krieger Vasena como ministro de economía y el fin de su plan.
En esa época gobernaba el país un régimen militar autodenominado Revolución Argentina presidido por el General Juan Carlos Onganía, a partir de cuya política económica se implementaron una serie de medidas a fin de abrir los mercados internos a los monopolios internacionales.
Durante los primeros años de gestión de dicho régimen, se desactivó la Comisión del Salario mínimo, vital y móvil y se congelaron la gran mayoría de las remuneraciones. Se buscó suspender el sábado inglés, único día en que la jornada laboral se reducía a la mitad. Se impuso el arbitraje obligatorio en los conflictos laborales y una ley de represión automática para huelgas y conflictos sindicales. Asimismo se intervinieron gran cantidad de sindicatos suspendiéndose sus personerías gremiales.
El gobierno también modificó la Ley de indemnizaciones por despidos y aumentó la edad para jubilarse. Dictó la llamada "Ley de represión del Comunismo", y bajo la acción de la DIPA (Dirección de Investigación de Políticas Antidemocráticas) persiguió y encarceló a los militantes políticos y sindicales sospechosos. Disolvió los partidos políticos e intervino las universidades, que fueron consideradas “centros de subversión y comunismo” por la propaganda oficial. En este contexto, estudiantes y profesores fueron desalojados violentamente de las universidades por la policía, en lo que se conoció como la Noche de los Bastones Largos.
En tanto, a fines de los 60 en Córdoba crecían peligrosamente las tensiones sociales: los estudiantes universitarios controlaban las altas casas de estudios. Los sindicatos de izquierda SITRAC-SITRAM (Sindicato de Trabajadores de Concord, Sindicato de trabajadores de Materfer) de la empresa automotriz FIAT, verdaderos sindicatos clasistas, exigían la ruptura con el FMI, la expropiación de los monopolios, la suspensión del pago de la deuda externa, el fin de la hegemonía de la burocracia sindical y que el control de las fábricas estuvieran en manos de los obreros.
El clima político y social generado por las determinaciones del gobierno fue agravándose paulatinamente, surgiendo en forma creciente actos de protesta y huelgas en todo el país. Los hechos previos que derivaron en el Cordobazo comenzaron los primeros días del mes de mayo de 1969, y fueron una sucesión de huelgas y asambleas sindicales organizadas por diversas corrientes gremiales y agrupaciones políticas cordobesas (no siempre coincidentes en sus objetivos y metodologías), los cuales fueron duramente reprimidos por orden de las autoridades militares provinciales y nacionales del gobierno dictatorial.
Dichos movimientos obreros estuvieron más o menos organizados y consensuados, y a ellos se unieron luego espontáneamente la casi totalidad de las agrupaciones estudiantiles y corrientes políticas de izquierda de la ciudad y sus suburbios, conjuntamente con un sinnúmero de marchas vecinales y protestas callejeras ciudadanas de todo tipo que confluyeron desde los barrios periféricos e industriales hacia el centro de la ciudad y chocaron en violentos enfrentamientos con las fuerzas policiales que se vieron desbordadas y ampliamente superadas por la creciente irritación popular contra el régimen dictatorial imperante.
A las 12:30 del 29 de mayo se produce la primera víctima fatal entre los integrantes de las columnas populares (Máximo Mena), hecho que provocó una reacción en cadena. Con incontenible furia los manifestantes se adueñaron de la ciudad, levantando muros de contención (barricadas) contra la policía, que debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores, estudiantes y vecinos enardecidos.
A partir de allí fueron tomados el Círculo de Suboficiales del Ejército, se incendiaron las oficinas de firma estadounidense Xerox, de la francesa Citröen, y diversas dependencias administrativas y la Aduana.
Ante el incontenible clima insurreccional, al caer la noche el gobierno nacional del Gral. Onganía decidió enviar al Ejército para reprimir las manifestaciones. Se produce el allanamiento de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos, con la detención y posterior juzgamiento y condena por los Consejos de Guerra de los dirigentes obreros, uno de cuyos principales referentes era Agustín Tosco.
Después de haber "cumplido con su deber" en el Cordobazo, las fuerzas armadas rechazaron lanzarse a una política represiva general. Onganía fue depuesto en junio de 1970 por la Junta de Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas (órgano supremo de la llamada "Revolución Argentina"), que designó al general Roberto Marcelo Levingston para ocupar el cargo de presidente.
El Cordobazo fue un punto de inflexión en la historia política argentina de las últimas décadas. Tuvo un efecto multiplicador de manifestaciones violentas contra el gobierno militar y contra la burocracia sindical en otras ciudades del país, y fue el punto de partida del resurgimiento de la corriente clasista en las fábricas, que pasaría a controlar Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados de importancia, llegando a dirigir el SMATA Córdoba y los sindicatos autónomos de Fiat Concord y Fiat Materfer (SITRAC-SITRAM). Dirigentes obreros de Córdoba adquirieron un alto protagonismo en la escena política nacional, principalmente Agustín Tosco, René Salamanca y José Francisco Páez.
Asimismo, el Cordobazo incentivó el crecimiento y accionar de agrupaciones de izquierda y células activistas, algunas de las cuales derivaron en organizaciones políticas armadas (entre las más importantes, el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias).
De tal manera ese movimiento constituyó un factor determinante para el debilitamiento y la posterior destitución del presidente de facto Onganía, abriéndose a partir de allí un período de transición, incertidumbres y decadencia del régimen militar. También se produjo la separación de Krieger Vasena como ministro de economía y el fin de su plan.
Fuente: wikipedia
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