En cierta ocasión dos hermanos iban paseando en coche por el centro de Cartagena, cuando de pronto vieron una mujer muy hermosa caminando por la vereda. El mayor de ellos pidió que el coche se detuviera porque quería decirle algo. Bajaron raudamente del vehículo pero sorprendentemente, la mujer ya no se encontraba en el lugar dónde la habían visto escasos segundos antes. Sorprendidos e intrigados emprendieron una búsqueda meticulosa por la cuadra convencidos de que no podía haber ido muy lejos, pero sus esfuerzos fuerons vanos.
A partir de aquel momento el hermano más interesado, empezó a fantasear con el destino que pudo haber tenido la preciosa mujer. Siendo dueño de una delirante imaginación, tramaba numerosas conjeturas sobre la misteriosa desaparición. Cada vez que se encontraba con su hermano, añadía nuevas teorías, nuevos desenlaces posibles, haciendo de las conversaciones sobre el tema un divertimento maravilloso.
A partir de aquel momento el hermano más interesado, empezó a fantasear con el destino que pudo haber tenido la preciosa mujer. Siendo dueño de una delirante imaginación, tramaba numerosas conjeturas sobre la misteriosa desaparición. Cada vez que se encontraba con su hermano, añadía nuevas teorías, nuevos desenlaces posibles, haciendo de las conversaciones sobre el tema un divertimento maravilloso.
Un día sucedió lo inesperado, el hermano menor, caminando por la misma calle de aquella ciudad se encontró con la mujer. No sólo eso, habló con ella y obtuvo sus datos personales. Inmediatamente buscó un teléfono para llamar a su hermano a su casa de México y contarle la increíble noticia.
Pero la respuesta no fue la esperada y se quedó pasmado:
-¡Pero qué pendejo eres! Me acabas de dañar el cuento!
De este modo Jaime García Márquez confirmó que para su hermano Gabo no hay nada tan importante como la literatura, ni siquiera el hallazgo de la mujer más bella del mundo.
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