Todos hemos tenido la oportunidad de escuchar al Premio Nobel de la Paz, el Presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama, decir "Finalmente se ha hecho justicia", en ocasión de anunciar el asesinato a manos de sus marines del líder de Al Kaeda, Osama Bin Laden, y de ver también a una gran cantidad de eufóricos manifestantes festejar fervientemente y copar las calles de las principales ciudades de su país, la recepción de tan ansiada noticia.
Este episodio, nos hizo recordar a uno de los momentos más tristes de nuestra historia, cuando nuestro pueblo colmó la histórica Plaza de Mayo para alentar desaforadamente al ya desaforado presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando éste pronunció la ridícula y tristemente célebre amenaza "si quieren venir que vengan, le presentaremos batalla", y después supimos muy bien quiénes fueron los que realmente la presentaron.
Lo cierto es que hasta hoy, nos parecía que tan avergonzante anécdota, pertenecía exclusivamente a nuestro ya tupido historial de zonceras. Pero no, - a no tomarlo por tonto consuelo - la zoncera excede nuestras fronteras, y nos lleva a preguntarnos en esta nueva página, de qué se habla cuando se habla de paz.
Parecería ser, que el término es más abarcativo de lo que las enciclopedias indican, ya que incluiría en su definición el empleo de la violencia en manos del poder, cosa que todo ciudadano de un país tercermundista sabemos de qué se trata.
Esta particular licencia se ha hecho extensiva por ejemplo a las invasiones imperialistas de principio de siglo pasado, a las dictaduras lobbistas digitadas de la post-guerra ó a los regímenes militares anticomunistas de los años setenta.
A través de la historia, ya hemos comprobado largamente que la violencia ejercida en cualquiera de sus formas - asesinato, tortura, desaparición, guerra, guerrilla, atentado - no otorga solución alguna a los conflictos que se fueron sucediendo, por el contrario, es uno de los agentes del cual el ser humano se encuentra más proclive a contagiarse y propagar, y la consecuencia automática de su uso es su reproducción y la gestación de nuevos odios y rencores.
Por lo tanto así como no encontramos justificación a los hechos acontecidos el fatídico 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, tampoco la hallamos en las matanzas indiscriminadas efectuadas en otras tierras, de las cuales recibimos noticias en cuentagotas o que directamente desconocemos, ya que la prensa internacional manipula la información para que el mundo occidental se entere sólo de una parte de la historia.
Así los muertos son héroes en algunas partes del mundo y demonios en otras, el asesinato es justicia en unas y crimen en otras, los niños son ángeles en unas y delincuentes en otras, y el único factor común en ambos extremos es que la vida no vale nada y que la paz es una utopía.
En esta coyuntura resta preguntarnos si realmente estamos preparados para vivir en paz o la violencia es algo que está dentro de nuestra escencia y que en definitiva no podemos controlar, o será que realmente hay quienes viven de la violencia, que la manejan, que la digitan, que la fabrican, que la inventan, que "se arman hasta los dientes en el nombre de la paz", como dice Joan Manuel Serrat, y que veerían pulverizarse sus riquezas si un día realmente triunfase la paz.
Es cierto John, podríamos darle una oportunidad.
Este episodio, nos hizo recordar a uno de los momentos más tristes de nuestra historia, cuando nuestro pueblo colmó la histórica Plaza de Mayo para alentar desaforadamente al ya desaforado presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando éste pronunció la ridícula y tristemente célebre amenaza "si quieren venir que vengan, le presentaremos batalla", y después supimos muy bien quiénes fueron los que realmente la presentaron.
Lo cierto es que hasta hoy, nos parecía que tan avergonzante anécdota, pertenecía exclusivamente a nuestro ya tupido historial de zonceras. Pero no, - a no tomarlo por tonto consuelo - la zoncera excede nuestras fronteras, y nos lleva a preguntarnos en esta nueva página, de qué se habla cuando se habla de paz.
Parecería ser, que el término es más abarcativo de lo que las enciclopedias indican, ya que incluiría en su definición el empleo de la violencia en manos del poder, cosa que todo ciudadano de un país tercermundista sabemos de qué se trata.
Esta particular licencia se ha hecho extensiva por ejemplo a las invasiones imperialistas de principio de siglo pasado, a las dictaduras lobbistas digitadas de la post-guerra ó a los regímenes militares anticomunistas de los años setenta.
A través de la historia, ya hemos comprobado largamente que la violencia ejercida en cualquiera de sus formas - asesinato, tortura, desaparición, guerra, guerrilla, atentado - no otorga solución alguna a los conflictos que se fueron sucediendo, por el contrario, es uno de los agentes del cual el ser humano se encuentra más proclive a contagiarse y propagar, y la consecuencia automática de su uso es su reproducción y la gestación de nuevos odios y rencores.
Por lo tanto así como no encontramos justificación a los hechos acontecidos el fatídico 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, tampoco la hallamos en las matanzas indiscriminadas efectuadas en otras tierras, de las cuales recibimos noticias en cuentagotas o que directamente desconocemos, ya que la prensa internacional manipula la información para que el mundo occidental se entere sólo de una parte de la historia.
Así los muertos son héroes en algunas partes del mundo y demonios en otras, el asesinato es justicia en unas y crimen en otras, los niños son ángeles en unas y delincuentes en otras, y el único factor común en ambos extremos es que la vida no vale nada y que la paz es una utopía.
En esta coyuntura resta preguntarnos si realmente estamos preparados para vivir en paz o la violencia es algo que está dentro de nuestra escencia y que en definitiva no podemos controlar, o será que realmente hay quienes viven de la violencia, que la manejan, que la digitan, que la fabrican, que la inventan, que "se arman hasta los dientes en el nombre de la paz", como dice Joan Manuel Serrat, y que veerían pulverizarse sus riquezas si un día realmente triunfase la paz.
Es cierto John, podríamos darle una oportunidad.
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