El 8 de marzo el mundo entero conmemora el Día Internacional de la Mujer, una efeméride que hunde sus raíces en una tragedia acaecida en Nueva York el 25 de marzo de 1911. La fábrica de camisas Triangle Shirtwaist ardió en la madrugada con centenares de mujeres que trabajaban en el interior de aquel edificio de diez plantas y que no pudieron escapar de las llamas porque los propietarios habían bloqueado todos los accesos para evitar robos en su interior.
La dramática escena en el corazón de Manhattan conmocionó a la opinión pública. 146 mujeres murieron. Al no encontrar otra vía de escape, muchas de las trabajadoras saltaron por las ventanas del edificio resultando gravemente heridas en la caída y produciendo escenas que ABC describió a sus lectores de la época como de «pánico horroroso». Según contaba el periódico, 53 mujeres murieron tras «estrellarse contra el suelo».
La mayoría de las víctimas eran jóvenes inmigrantes, de origen judío e italiano, que se ganaban precariamente la vida en el taller textil de la firma. Su sacrificio no fue en vano. Tras la tragedia, las leyes estadounidenses comenzaron a recoger mejoras en la seguridad en el trabajo en el sector industrial y el incendio de la fábrica sirvió de aldabonazo para la causa de las mujeres trabajadoras y del internacionalismo obrero en general en todo el mundo.
Poco después del suceso, se creaba en Sindicato internacional de mujeres trabajadoras textiles. En paralelo, las iniciativas nacidas en el seno de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas germinaban en la proclamación de un día para el reconocimiento de los derechos de las mujeres trabajadoras, colectivo que, merced a su movilización, se iba liberando del prisma patriarcal bajo el que era percibido por parte de los dirigentes del movimiento obrero y clamaba, no solo por las mejoras sociales, sino también por la conquista del derecho al sufragio.
Sería en 1977 cuando la Organización de Naciones Unidas convirtió la jornada del 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
La dramática escena en el corazón de Manhattan conmocionó a la opinión pública. 146 mujeres murieron. Al no encontrar otra vía de escape, muchas de las trabajadoras saltaron por las ventanas del edificio resultando gravemente heridas en la caída y produciendo escenas que ABC describió a sus lectores de la época como de «pánico horroroso». Según contaba el periódico, 53 mujeres murieron tras «estrellarse contra el suelo».
La mayoría de las víctimas eran jóvenes inmigrantes, de origen judío e italiano, que se ganaban precariamente la vida en el taller textil de la firma. Su sacrificio no fue en vano. Tras la tragedia, las leyes estadounidenses comenzaron a recoger mejoras en la seguridad en el trabajo en el sector industrial y el incendio de la fábrica sirvió de aldabonazo para la causa de las mujeres trabajadoras y del internacionalismo obrero en general en todo el mundo.
Poco después del suceso, se creaba en Sindicato internacional de mujeres trabajadoras textiles. En paralelo, las iniciativas nacidas en el seno de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas germinaban en la proclamación de un día para el reconocimiento de los derechos de las mujeres trabajadoras, colectivo que, merced a su movilización, se iba liberando del prisma patriarcal bajo el que era percibido por parte de los dirigentes del movimiento obrero y clamaba, no solo por las mejoras sociales, sino también por la conquista del derecho al sufragio.
Sería en 1977 cuando la Organización de Naciones Unidas convirtió la jornada del 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
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