A NUESTRO QUERIDO RENE HOUSEMAN

Dicen que jugaba el primer tiempo como atacante por derecha y el segundo tiempo como atacante por izquierda para evitar el sol y jugar siempre del lado de la sombra; dicen que nunca quizo irse de la villa de emergencia que lo vio nacer y crecer, y que cuando cobró su primer buen billete se compró un departamento justo enfrente y con un balcón que daba hacia ella; dicen que bailaba con la pelota y hacía bailar a quienes intentaban quitársela; dicen que le gustaba la farra más que la vida, y que más de una vez sus amigos lo rescataron del barro, pero que no había caso, era más fuerte que él; dicen que más de una vez jugó borracho, pero no importaba, porque lo hacía genialmente igual; dicen que llegó a primera y se floreó en los mejores estadios; dicen que un día llegó en estado de embriaguez casi a la hora de entrar a la cancha mientras miles de voces vitoreaban su nombre; dicen que el entrenador lo mandó a la ducha y a jugar; dicen que ese día metió el mejor gol de toda su carrera; dicen que un día fue campeón del mundo.

Dicen y dicen, sin que nadie se atreva a desmentirlo, por eso es una leyenda.





Por Gabriel Real  |  La Sodera 2012

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