LAS PUTAS DE ROMA

La Roma Antigua fue un mercado muy demandante del oficio más antiguo. Eso sí, la actividad estaba bien organizada y la oferta se diferenciaba claramante, al mejor estilo de los clasificados de hoy día.


Delicatae: eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos. Las que ahora se eligen con un catálogo y se les pone un pisito.

Famosae: mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social,  practicaban sexo por puro placer. El caso más significativo sería Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio. Cómo sería de libidinosa esta mujer que, aprovechando la ausencia de su esposo, organizó un concurso en el palacio con las meretrices de Roma basado en ver quien se podía acostar con más hombres en un solo día. El “colegio” de prostitutas aceptó el reto y envió a Escila, una auténtica profesional que realizó veinticinco coitos antes de rendirse. Mesalina prosiguió durante la noche y, tras declarar que no se sentía aún satisfecha después de haber estado con setenta hombres, continuó hasta el amanecer.
 
Lupae: las que ejercía el oficio en los lupanares.
 
Noctilucae: las que sólo trabajaban por la noche.
 
Copae: las que trabajan en la Caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas - generalmente vino, chacinas, quesos o encurtidos - que podías tomar o llevar. No había bancos ni mesas, sino una barra al exterior en la que los clientes por un as podían templarse con una copa de vino y algo que roer).
 
Fornicatrices: las que lo hacían bajo los arcos de puentes o edificios. El término fornix significa arco de donde proviene fornicar.
 
Forariae: ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros.
 
Bustuariae: cerca de cementerios… con un poco de misterio.
 
Prostibulae: en la calle sin ningún control. Recordemos que según escribió Tácito, historiador romano, las mujeres que querían ser prostitutas estaban obligadas a registrarse ante la oficina del edil. Una vez inscritas (nombre, edad, lugar de nacimiento, y su “nombre de guerra”) se concedía la licencia (licentia Stupri).


Fuentes: 
Prostitutes, El latín erótico - Enrique Montero Cartelle
Aprender del pasado - José Manuel Pina Piquer

LOS AMORES DE NERON

Nerón Claudio César Augusto Germánico, fue emperador del Imperio romano entre el 13 de octubre de 54 y el 9 de junio de 68, último emperador de la dinastía Julio-Claudia. Ha pasado a la historia por sus atrocidades y sus excentricidades. Se le recuerda por una serie de ejecuciones sistemáticas, incluyendo la de su propia madre y la de su hermanastro Británico, y sobre todo por la creencia generalizada de que mientras Roma ardía él estaba componiendo con su lira, además de como un implacable perseguidor de los cristianos. 

Pero otra de las grandes pasiones de Nerón eran… los efebos.

Esporo era un joven de gran belleza del que se prendó Nerón nada más verlo y que, además, tenía cierto parecido con su difunta esposa Popea Sabina. Para Nerón era poco mantenerlo como amante y decidió ir más allá, casarse con él. 

Había un pequeño inconveniente: los matrimonios entre hombres estaban prohibidos en Roma. Así pues, sometió a Esporo a una intervención de cambio de sexo de la época: lo castraron. 

Cuando se recuperó de la intervención, lo vistieron con las mejores galas de Popea y se celebró la ceremonia matrimonial. Los festejos en honor de los recién casados duraron varios días y Nerón obligó a todos a que lo tratasen como la mujer del Emperador.

Dióforo era un esclavo liberto que le tocó, al contrario que Esporo, ejercer el papel de hombre en su relación con Nerón. Se escenificó la boda, en la que era el emperador el que iba vestido con ropas de mujer, y por la noche representó la consumación del matrimonio imitando los gemidos de cualquier esposa virgen en la noche de bodas.


Fuentes: Civilopedi@, Emperadores Crueles, Secretos y misterios de hombres y mujeres

EL REY MUJERIEGO Y EL MARIDO INGENIOSO


El reinado de Francisco I de Francia (1494-1547) fue brillante en el campo de las artes y de las letras, y turbulento en el terreno político y diplomático (enfrentamientos y alianzas con el emperador Carlos I de España y Enrique VIII de Inglaterra). En lo personal, llevaba una vida disoluta y licenciosa. De hecho, llegó a inspirar la obra “El rey se divierte” de Víctor Hugo y de ésta nació la ópera “Rigoletto” de Giuseppe Verdi.

En una ocasión el rey se prendó de una cortesana de París, quien al principio se mostraba esquiva, pero luego comenzó a mostrar interés y lo citó en una casa para tener su primer encuentro amoroso. No sabemos cómo pero el marido se enteró de dicho encuentro y del lugar en el que nacerían sus cuernos reales.

El pobre marido se encontró en la disyuntiva de permitirlo manteniendo la amistad del rey, o impedirlo, perdiendo el favor real. Aunque sean pocos, hay ciertos momentos en los que los hombres tenemos momentos brillantes y de ingenio.

Antes del encuentro se escondió en la entrada de la casa donde se habían citado. Primero entró su mujer y cuando iba a entrar el rey salió de su escondite y comenzó a gritar: ¡Viva el rey! ¡Viva el rey!

Alertados por los gritos, todo el mundo se acercó a vitorear al monarca y éste tuvo que irse frustrado y sin su premio. 

No sabemos si hubo posteriores citas, pero en aquella oportunidad, el ingenioso marido evitó la cornamenta real.





Fuente : www.historiasdelahistoria.com

IMAGINACION DE ULTIMO MOMENTO


En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. 

Albert Einstein

 

Cuentan que, en la Edad Media, un hombre fue injustamente acusado de asesinar a una mujer. El propósito era encubrir al verdadero autor del crimen, que era una persona influyente.
El pobre hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: la horca.

El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y le dijo al acusado:
- “Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino”.

Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: “CULPABLE”. La pobre víctima advirtió que era una trampa. No había escapatoria.
 
El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.

El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.
- “Pero… ¿qué hizo?… ¿Y ahora?… ¿Cómo vamos a saber el veredicto?”

- “Es muy sencillo” respondió el acusado. “Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí”.

Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.

LOS NIÑOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA


Los bombardeos y el sitio al que fue sometida la zona republicana durante la Guerra Civil Española, obligó a las autoridades a evacuar a los niños. Primero a lugares alejados del frente y posteriormente a otros países solidarios con la República como Francia, Inglaterra, Bélgica y México, y aliados como la URSS.
 
La URSS, en una mezcla de solidaridad y propaganda, fue el destino de unos cinco mil niños. A su llegada, el Estado se hizo cargo de ellos: se ocupó de su enseñanza, incluso con profesores en español, de su educación y de su alimentación.

Pero las cosas iban a cambiar; el “pacto de no agresión” (25 de agosto de 1939) firmado por URSS y Alemania, países que apoyaban a los republicanos y nacionales respectivamente, cambiaría la vida de aquellos niños. Su educación dejó de ser una prioridad y comenzaron a ser utilizados en diversas actividades sobre todo agrícolas. La mala alimentación, la escasez de medicinas y los trabajos físicos comenzaron a hacer mella en su salud. Las enfermedades, como la tuberculosis o el tifus, los diezmaban.
 
La cosa empeoró en 1941 cuando Hitler invade la URSS. Salieron de una guerra civil y se ven involucrados en guerra mundial. El Estado abandonó a los niños, muchos ya adolescentes, a su suerte: alistados en el ejército Rojo de Stalin para poder comer (muchos de ellos murieron en el frente), convertidos en raterillos terminarían en la cárcel o en campos de trabajo (Gulag), y niñas que se prostituían. Desesperados, incluso preferían regresar a la España de Franco.

El sistema soviético y las fuerzas vivas del
Partido Comunista de España no permitieron su salida.  De acuerdo a las palabras de Jesús Hernández (dirigente del PCE y exiliado en la URSS) dijeron: “No podemos devolverlos a sus padres convertidos en golfos y en prostitutas, ni permitir que salgan de aquí como furibundos antisoviéticos”.

Terminada la contienda, en 1939, los niños del resto de los países habían comenzado a regresar, excepto los de México y la URSS (que no mantenían relaciones con el Régimen de Franco). En los años 50, tras la muerte de Stalin, Franco también quiere sacar partido de los niños evacuados hace veinte años a la URSS. A través de la Falange, comienza una campaña para conseguir la repatriación de los niños/hombres que quisieran regresar; aparecería como “el salvador de los niños perdidos”. En el año 1957 llegó el primer gran grupo a Castellón,  en el buque Crimea regresaban 412 españoles. En total regresarían la mitad de los cinco mil. El resto habían muerto o prefirieron quedarse en la URSS.

Unos y otros quisieron sacar rédito político y propagandístico de los niños.

A partir de los años 90 se comenzaron a reconocer sus derechos: recuperar la nacionalidad, pensiones, prestaciones económicas, cobertura sanitaria…

ORACION DEL PADRE MUGICA


"Señor: Perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
 Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
 Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
 Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
 Señor: Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
 Señor: perdóname por decirles 'no sólo de pan vive el hombre' y no luchar con todo para que rescaten su pan.
 Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
 Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz."

Carlos Mugica (1930-1974), cuyo nombre completo era Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, fue un sacerdote argentino vinculado al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y a las luchas populares de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970. La mayor parte de su labor comunitaria tomó lugar en la Villa de Retiro, que extraoficialmente lleva su nombre. Fue el fundador de la parroquia Cristo Obrero.

Debido a su "opción por los pobres" concretada en una activa militancia social y por su independencia política recibió críticas de todos los sectores y varias amenazas de muerte y diversos ataques e intentos de matarlo. 

El 2 de julio de 1973, una organización autodenominada Acción Nacionalista Argentina, colocó una bomba en el domicilio de Mugica. Una semana después, a las dos de la madrugada, dos individuos ingresaron al edificio donde vivía el sacerdote, cortaron la electricidad de los ascensores y comenzaron a golpear su puerta al grito de “¡Carlos, abrí!”. Mugica no estaba en su casa. Desde el retorno a la democracia, en 1973, cuando se le preguntaba a Mugica por el tema de la violencia, él respondía invariablemente:
–Estoy dispuesto a que me maten, pero no a matar.

El 11 de mayo de 1974 fue emboscado y acribillado cuando se disponía a subir a su automóvil Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano de la calle Zelada 4771 en el barrio porteño de Villa Luro donde acababa de celebrar misa.

Algunas versiones señalaban a la organización Montoneros como autores del crimen, y se apoyaban en las diferencias políticas que se sabía existían entre ellos. Mugica, fiel a sus principios religiosos, se opuso siempre a la violencia y a la lucha armada, como lo expresó  durante la misa del 7 de diciembre de 1973: 
- “Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados”.

Con el tiempo, la opinión mayoritaria se inclinó por imputar el crimen a la organización de derecha Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A), orientada por el ministro López Rega. Según algunas versiones de testigos, el autor del hecho fue un individuo con bigotes, quien se cree que era Rodolfo Eduardo Almirón, cabecilla de dicha organización, baleándolo con varios disparos con una ametralladora Ingram MAC-10 que le afectaron seriamente el abdomen y el tórax, falleciendo a los pocos minutos al ser trasladado a un hospital cercano. Ese modelo de arma fue el frecuentemente utilizado en atentados por la Triple A.

JIM, EL CABALLO SALVADOR


La difteria es una enfermedad infecciosa aguda causada por la bacteria denominada Corynebacterium diphtheriae y se transmite, principalmente, por vía respiratoria (gotas microscópicas que se emiten al hablar, toser o estornudar). Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, se desataron varias epidemias de difteria que afectaron fundamentalmente a niños pequeños y produjeron una elevada mortandad.

En 1890 el médico alemán Emil von Behring, Premio Nobel en 1901, descubrió la antitoxina diftérica que no mataba la bacteria de la difteria, pero neutralizaba las toxinas que liberaba. Durante el verano de 1894, Hermann Biggs, el jefe del Departamento de Salud de Nueva York, realizó una gira científica por Europa, donde pudo conocer de primera mano los trabajos de su colega. Behring utilizaba caballos para obtener la antitoxina con excelentes resultados, especialmente si se administraba dentro de las 24 horas de la infección. 

Biggs comunicó, vía telégrafo, la noticia a sus colegas americanos para que consiguiesen algunos caballos y acondicionasen las instalaciones para comenzar a trabajar. Lamentablemente, su Departamento no disponía de suficiente presupuesto y deberían esperar al año siguiente. Pero no había tiempo que perder, y de su bolsillo, compró un caballo llamado Jim que se dedicaba a tirar de un carro repartidor de leche. En octubre se le inyectó a Jim la toxina de la difteria; semanas después se le extrajo sangre y después de los tratamientos adecuados, en el mes de diciembre ya disponían del suero de la antitoxina. 

Las primeras dosis se suministraron el 1 de enero de 1895 reduciendo en más del 50% la mortalidad infantil en menos de cinco años. Debido al éxito del suero, el Departamento de Salud de Nueva York construyó unas instalaciones en Otisville con una granja de caballos y un sanatorio para dicho tratamiento.

Pero el final de Jim no iba a ser un cuento con final feliz. El 2 de octubre de 1901, hubo que sacrificarlo porque había contraído el tétanos. El problema es que el suero obtenido de sus extracciones de sangre del mes de septiembre también estaban infectadas. Varios niños que habían superado la difteria con el suero de Jim fallecieron por el tétanos. A raíz de este episodio, en 1902, se aprobó la Ley de Control de Productos Biológicos que establecía un Centro de Evaluación e Investigación Biológica para supervisar la seguridad de las vacunas. 

A pesar de este amargo final, se calcula que Jim llegó a producir más de 30 litros de suero.


Fuente : www.historiasdelahistoria.com

CABALLEROS ERAN LOS DE ANTES


La imagen romántica de los caballeros medievales que vivían entregados a fabulosas aventuras y fieles a un estricto código de honor, no está alimentada sólo por la literatura de los cantares de gesta o por sagas como la del Rey Arturo, sino también por algunos pocos personajes históricos cuyas andanzas cobraron estatura mítica.



Durante centurias los niños franceses escucharon encantados las hazañas, los dichos y hechos del condestable Bertrand Duguesclin, uno de los grandes héroes de la Edad Media, el cual recibió de su rey el encargo de expulsar a los ingleses del territorio de Francia en el siglo XIV.



Sus actos de arrojo y sus muestras de piedad sólo eran comparables a la arrogancia con la que rubricaba sus palabras. Hecho prisionero por el Príncipe Negro, le pidió éste que él mismo fijase el precio de su rescate. "Cien mil libras" - contestó Duguesclin sin vacilar, una cifra formidable para aquellos tiempos. Maravillado, el Príncipe Negro le preguntó de dónde sacaría tamaña fortuna. El condestable repuso con inconmovible seguridad: "No hay muchacha en Francia que no esté dispuesta a tejer una rueca llena para pagar mi rescate". En efecto, al poco tiempo, los franceses pagaron el rescate hasta la última moneda.



El condestable era un guerrero a las órdenes de la realeza, no un caballero andante que salía por el mundo a "desfazer entuertos"; pero se dice que jamás cometió tropelías que dañasen su honor y, más aún, predicó la defensa y el respeto a los códigos de caballería en cada oportunidad. Entre los dichos que se le atribuyen, están el de que "de nada vale ganar una batalla y perder el alma". O las palabras que habrían constituido su regla de oro: "Nunca olvides, dondequiera que hagas la guerra, que el clero, las mujeres, los niños y los pobres no son tus enemigos".



Se dice que anteponía el honor a todo. Sin embargo, el mayor hecho de honor de toda su historia, no lo protagonizó él sino su enemigo.



Hallándose Duguesclin sitiando un castillo en Languedoc, el gobernador inglés prometió entregarlo en un día determinado, si antes no eran socorridos. Pero falleció Duguesclin antes del día señalado para la entrega del castillo, de modo que el ejército francés que encabezaba no llegó a tomarlo.



Bien pudo el gobernador inglés redoblar la defensa y aguardar los refuerzos que venían en camino. Sin embargo, fiel a la palabra dada al contendiente caído, el día indicado se presentó en el campo enemigo al frente de toda su guarnición. Y a ningún subalterno entregó las llaves del castillo, sino que avanzó hasta la mismísima tienda del condestable y las depositó sobre el féretro.



Tal como había prometido.
Fuente : www.saber.golwen.com.ar

EL PRIMER ASTRONAUTA DE LA HISTORIA


Oficialmente el primer astronauta, en este caso cosmonauta, fue el ruso Yuri Gagarín a bordo de la nave Vostok 1. Despegó desde el cosmódromo de Baikonur el 12 de abril de 1961 y su periplo alrededor del planeta duró 108 minutos. Sin embargo la realidad es otra y la historia le ha quitado el mérito a Wan Hu, un funcionario imperial de la dinastía Ming que en el siglo XVI, se convirtió en el primer astronauta de la historia.
 
Wan Hu tenía cierta obsesión por las estrellas, y un buen día mientras contemplaba una exhibición de fuegos artificiales, tuvo una brillante idea: utilizaría la propulsión de los cohetes para acercarse a las estrellas. 
 
Tras hacer los oportunos cálculos y estudios, construyó una nave espacial, que básicamente consistía en una silla fijada a una tabla de madera que sería propulsada al espacio por 47 cohetes del mismo tamaño, los más grandes que pudo conseguir. Sin embargo, a simple vista el diseño obviaba algo fundamental: Wan Hu no había considerado el viaje de regreso. 

El día del lanzamiento se vistió con sus mejores galas, la ocasión así lo ameritaba, se subió a la silla y dispuso a 47 ayudantes, uno por cohete, para que prendiesen la mecha al mismo tiempo. Wan Hu dio la orden, encendieron los cohetes y se alejaron. Tras una gran explosión, y cuando el humo se disipó, comprobaron que la nave y Wan Hu habían desaparecido. 


Nada se volvió a saber de Wan Hu. Como las alas de Icaro se derritieron al arrimarse al sol, así se esfumó su ansia de conocer las estrellas. Nosotros quisimos rendirle un pequeño homenaje y hacer justicia en honor a él, el verdadero primer astronauta de la historia.


GB - La Sodera - 2012

LEON TROTSKY, REVOLUCION Y PAZ


Nunca ha habido tantos pacifistas como en este momento, cuando la gente se está matando entre sí en todas las esquinas del planeta. Cada época no solo tiene su propia tecnología y formas políticas, también tiene su propio estilo de hipocresía. Hubo un tiempo en que los hombres se mataban unos a otros por la gran gloria de Cristo y el amor al prójimo. Ahora Cristo sólo es invocado por los gobiernos atrasados. Las naciones avanzadas se masacran entre sí en nombre del pacifismo. Wilson, en nombre de la Liga de Naciones y de una paz duradera lanzó a su país a la guerra. Kerensky y Tseretelli clamaron por una ofensiva para “acelerar el fin de la guerra”.
León Trotsky


Liev Davídovich Bronstein fue, junto a Lenin, uno de los grandes marxistas del siglo XX. Dedicó toda su vida a la causa de la clase obrera y del socialismo internacional. Nacido en Yákovka (Ucrania) el 7 de noviembre de 1879, en el seno de una familia acomodada de judíos rusos, Bronstein - más conocido como León Trotsky -, se destacó tempranamente por sus aptitudes intelectuales. Iniciado políticamente en los círculos del populismo ruso, pronto se integró a la corriente que adoptaría las ideas del marxismo.

Hasta su asesinato, consumado por los agentes stalinistas en 1940, Trotsky desarrolló una intensa actividad política, que lo llevó desde la presidencia del Soviet de Petersburgo en 1905, pasando por el exilio en Estados Unidos y el destierro en Siberia, la insurrección de Petrogrado, la dirección de la política exterior soviética y la organización del ejército rojo, hasta el protagonismo en la III Internacional.

Después de la muerte de Lenin en 1924, Trotsky dirigió la lucha contra la degeneración burocrática del Estado soviético, que lo ubicó en la oposición de izquierda a la dirección de Stalin, lo que le valió su impugnación y nuevo exilio. Uno de los temas que defendió con mayor intensidad fue su oposición - y el de toda la corriente internacionalista - a las guerras imperialistas. Recordamos su nacimiento con sus ironías respecto al belicismo de las potencias, publicadas en un artículo norteamericano, a fines de junio de 1917. Una de las principales promesas de la revolución rusa triunfante había sido la paz.


Fuente: León Trotsky. 1917: Escritos en la Revolución, 
Compilados por Gabriela Liszt, Buenos Aires, Editorial CEIP, 2007.

SUBASTA DE MUJERES


Hoy en día la legislación sobre las separaciones y divorcios está más que estipulada y regulada pero en la Inglaterra del siglo XVIII y XIX era un lujo que sólo los ricos y poderosos se podían permitir. Cuando un matrimonio de gente humilde se rompía o simplemente eran infelices, sólo había dos soluciones: aguantar y hacer de tripas corazón o vender a la esposa. 


Esta costumbre británica no tenía ninguna base legal, incluso a partir de mediados del siglo XIX comenzó a perseguirse, pero como la actitud de las autoridades era equívoca se practicaba (entre 1780 y 1850 quedaron registradas las ventas de más de 300 esposas, que no significa que fueran las únicas).




Esta costumbre llevaba aparejado un ritual: el marido sólo tenía que traer a su esposa a la plaza del mercado con una soga alrededor del cuello, el brazo o la cintura. El marido intentaba colocar a su esposa vendiendo sus virtudes y ocultando sus defectos, y tras una subasta pública se adjudicaba el mejor postor entregándole un documento como prueba de propiedad.


No se han registrado casos de ninguna esposa que hubiese sido subastada más de una vez por distintos maridos, pero sí algunos en los que el marido tuvo que volver a la plaza porque en su primera subasta no encontró pujadores. Respecto a los precios, variaban mucho y en muchas ocasiones además del dinero se añadía a la puja algún barril de cerveza.


Lo que está claro es que muchas mujeres que tuvieron que pasar por este mezquino y miserable trance ganaron con el cambio: dejaban atrás un matrimonio roto y a un marido que las había vendido.




Fuente : www.historiasdelahistoria.com

EL LADRON DE LA MONA LISA

Vincenzo Perugia,
Fotografía de la Policía 1911
Un comerciante argentino llamado Eduardo Valfierno convenció al carpintero italiano Vincenzo Perugia (ex empleado del Museo del Louvre) para que robase el cuadro, con el fin de venderlo por una cifra millonaria. El 21 de agosto de 1911, Perugia llegó al Museo del Louvre a las 7 de la mañana, vestido con una gabardina blanca como las que usaba el personal del museo, descolgó el cuadro y a continuación, en la escalera Visconti, retiró la tabla de su marco, abandonando este último. Poco después salió del museo con el cuadro escondido bajo su ropa, colocándolo posteriormente en una valija. Cuando el pintor Louis Béroud entró al salón para apreciar el cuadro, notó que no estaba y avisó de inmediato a la guardia. El museo cerró por una semana, para efectos de investigación.
Valfierno hizo negocio con cinco coleccionistas estadounidenses y un brasileño, a quienes les vendió falsificaciones realizadas por el pintor Yves Chaudron, a cada uno por trescientos mil dólares.
Unos años antes, el museo había sufrido el robo de otras piezas de arte, lo cual hizo suponer a la policía que ambos acontecimientos estaban relacionados. Esta suposición se mantuvo hasta el 6 de septiembre de 1911, cuando se captura erróneamente al escritor Guillaume Apollinaire, quien fue declarado inocente más adelante. Se había creído en su culpabilidad debido a que él había propuesto la quema del museo, aduciendo que allí se "encarcelaba el arte". Posteriormente, fue capturado el pintor Pablo Picasso, debido a que tenía antecedentes de comprar objetos de arte robados, quien posteriormente también fue declarado inocente. Al mismo tiempo que se realizaban las investigaciones sobre el robo, se capturó al aventurero belga Honoré-Joseph Géry Pieret, quien confesó ser el autor del robo de 1906, pero no del de La Gioconda. Durante su ausencia en el museo, la afluencia de visitantes continuaba; acudían (en menor número) a apreciar el hueco en la pared, de donde el cuadro fue hurtado.
La pintura fue recuperada dos años y ciento once días después del robo, registrándose la captura de Perugia. El detenido, intentó vender el cuadro original al director de la Galleria degli Uffizi, Alfredo Geri, quien se hizo acompañar de la policía. Perugia alegó que el robo había sido perpetrado para devolver la obra a su verdadera patria, y que él sólo era víctima de un estafador; el jurado lo sentenció a varios años de prisión. Antes de regresar al museo, la pintura se exhibió en FlorenciaRoma y Milán. En 1931, Valfierno contó su historia a un periodista estadounidense, revelando la identidad de los estafados con las falsificaciones.
Tras dicho robo, algunos pintores afirman que puede dudarse de la originalidad del cuadro en exhibición, puesto que fácilmente puede ser una copia. Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuadro fue custodiado en el castillo de Amboise y posteriormente en la abadía de Loc-Dieu.

Fuente : wikipedia

ENRIQUE MOSCONI Y NUESTRO PETROLEO


Hablar del petróleo argentino no es hablar meramente de un recurso natural, sino del debate sobre la propiedad y usufructo de los recursos energéticos del país o, como decía Mosconi, de “la fuente del progreso moral y material de los argentinos”. El conocimiento de la existencia de petróleo en estas tierras nos remonta al siglo XVII, específicamente a Salta, aun cuando no se supieran de todas sus potencialidades. 



La explotación privada se remonta al siglo XIX, tal como se intentó en Mendoza, aunque fracasara. Pero recién hace poco más de 100 años, el 13 de diciembre de 1907, se puede dar por iniciada la historia petrolífera argentina, cuando dos operarios nacionales enviaron desde Comodoro Rivadavia un telegrama a Buenos Aires, explicando que en lugar del agua que buscaban, se habían topado con petróleo a 535 metros de profundidad. Al día siguiente, el Estado argentino comenzó a regular firmemente la producción del petróleo en el país, creando una reserva pública a la cual las empresas privadas se les vedaba el acceso. 



Sin embargo, las opiniones al respecto divergían entre los diferentes espacios políticos y el mismo gobierno cedió terrenos adyacentes a las reservas fiscales a distintos capitales privados. Desde entonces, la disputa entre la producción estatal y la privada (incluida la importación) fue en aumento, a la par que crecía la demanda de combustibles. 



Con el advenimiento del yrigoyenismo y el creciente protagonismo de grupos de militares con ideas económicas nacionalistas, el Estado adquirió poderosas herramientas para competir, entre ellas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), creada en julio de 1922. 



Tras adquirir presencia en todas las etapas del proceso productivo (extracción, refinación y comercialización) y habiendo logrado previamente el autofinanciamiento  (es decir, sin precisar la ayuda del gobierno nacional), YPF pudo enfrentar una “guerra de precios”, obligando a las distribuidoras extranjeras como Standard Oil y Dutch-Shell a disminuir sus pretensiones. 



Designado titular de la Dirección General de YPF, el 19 de octubre de 1922, el general Mosconi consiguió a lo largo de sus ocho años de gestión que la empresa pasara de una producción de 348.888 metros cúbicos de petróleo de 1922 a 872.171 metros cúbicos en 1929. Defensor del patrimonio petrolífero del país, puso de manifiesto más de una vez su opinión adversa a los trusts. 

En ese sentido, Mosconi afirmó: “Dos organizaciones, la fiscal y la privada, no pueden coexistir, pues representan intereses antagónicos, destinados a vivir en una lucha de la cual sólo por excepción saldrá triunfante la organización estatista. Para asegurar para nuestro país la riqueza petrolera debe encararse a fondo la cuestión, siendo ello imposible de lograr mientras el Estado no monopolice íntegramente la explotación de sus yacimientos”.

"Podremos asegurar que el petróleo será para nuestro pueblo una fuente de progreso moral y material; tendremos la certidumbre de que nuestra política interna no sufrirá los contactos del oro infamante que conduce a la traición y que nuestras relaciones exteriores no serán nunca influenciadas por las ‘representaciones amistosas’ de las cancillerías extranjeras que respalden exigencias inauditas llamadas ‘derechos adquiridos’ de sus organizaciones petrolíferas, y nuestra Nación podrá gozar, en serena soberanía del usufructo de la riqueza petrolífera. ¡El petróleo argentino del pueblo y para el pueblo argentino!" 

En el transcurso de su mandato inauguró la Destilería de La Plata - en diciembre de 1925 - que entró en producción inmediatamente elaborando nafta, kerosene, fuel-oil y a menos de cinco meses de su habilitación, comenzó la producción de nafta de aviación. El año 1926 señala la entrada de YPF en el mercado de combustibles con sus propios productos. Dos años después comenzó la explotación de petróleo en Salta y debido a una intensa exploración llevada a cabo en la zona noroeste, se produjo en 1933 el descubrimiento petrolífero de Tranquitas.

En la faz comercial la empresa ganó terreno rápidamente bajo la gestión de Mosconi que en agosto de 1929 rebajó el precio de la nafta en todo el país concretando una nueva rebaja tres meses más tarde. Resalta aún más este acontecimiento comercial si se tiene en cuenta que desde 1928 tenía vigencia en el plano internacional el convenio Achnacarry - firmado entre Standard Oil, Royal Dutch, Shell y Anglo Persian - regido por el principio del “as is” y según el cual cada empresa conservaba la posición que tenía en el mercado en el momento en que se firmara el acuerdo.

Pero todo se lo llevará el vendaval del 6 de septiembre de 1930, hasta que en 1931, el presidente Uriburu lo citó en la Casa Rosada para anunciarle - para ordenarle - que viajara a Italia en misión de estudios. Era un destierro disfrazado, y continuará - aunque retorne al país - en esa condición. El general Justo lo designará director del Tiro y Esgrima de Ejército. Era algo inaudito. El viejo luchador quedaba relegado a un papel protocolar. Poco después un ataque de hemiplejia lo fulminaría y el 31 de diciembre era retirado de oficio como general de división. Inválido en el ostracismo político, fallecía el 4 de junio de 1940.

Al memorar su ejemplo -un ejemplo vigente para estos días-, vale la pena recordar aquella sentencia en la que afirmó: “Es bueno vitorear a la Patria, pero es mejor ayudarla a vivir contribuyendo a su engrandecimiento y bienestar”.



Fuentes: 
Enrique Mosconi, El petróleo norte argentino. 
Comentarios del Diario El Intransigente de la ciudad de Salta, Salta , 
Editorial El Intransigente, 1928, pág. XX.
Revista Todo es Historia (Edición Nº 151)

EL BIOLOGO MACHISTA


Theodor Ludwig Wilhelm Bischoff (1807 – 1882) fue un biólogo y anatomista alemán. Profesor universitario de Anatomía y de Fisiología.

Uno de sus estudios más importantes trataba sobre el cerebro humano. Determinó que el peso medio del cerebro de los hombres era de 1.350 gr. y el de las mujeres 1.250 g. Como era seguidor de la teoría “el tamaño sí que importa“, su conclusión final fue: "La capacidad intelectual de los hombres era mayor que la de las mujeres".

En 1868 es nombrado miembro extranjero de la Royal Society (Sociedad científica más antigua del Reino Unido y una de las más prestigiosas de Europa). Espero que fuera por otros trabajos, porque cuando murió donó su cuerpo a la Ciencia (grave error) y se averiguó que su cerebro pesaba 1.245 gr.

BERNARDO HOUSSAY Y LA CIENCIA

En 1947, mientras se encontraba en su casa de Viamonte 2790, junto a sus hijos y a su secretaria, Josefina Yanguas, Bernardo Alberto Houssay recibió un telegrama que anunciaba su nominación al premio Nobel de medicina y fisiología. El 23 de octubre se conocía su premiación y a fin de aquel año, el 10 diciembre, en la ceremonia organizada por la Academia Sueca, Houssay recibía el premio, junto a la pareja Gerty y Carl Cori, por el descubrimiento de que la anterohipófisis regulaba no sólo el crecimiento sino también el metabolismo de los hidratos de carbono. Un año antes había sido jubilado anticipadamente. 

En 1945 su militancia en la Junta de Coordinación Democrática, opuesta a la candidatura de Juan Domingo Perón, le granjeó no pocos enemigos. Tras el triunfo del futuro líder justicialista, el interventor de la Facultad de Medicina lo pasó a retiro. 

De padres franceses, Houssay había nacido un mediodía del 10 de abril de 1887. A los 13 años, egresó del Colegio Nacional, con un promedio de 8.84. El niño prodigio ingresó de inmediato en la Escuela de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires y pronto se volcó al estudio de la fisiología. En 1912, a los 25 años, era titular de la cátedra de Fisiología de la Facultad de Veterinaria. Tres años más tarde, fue designado jefe de la Sección Venenos y Órganoterapia del Departamento Nacional de Higiene. En 1917, ya estaba dedicado en tiempo completo a la investigación. Esta suerte, luego de una larga carrera académica e investigativa, lo llevó a crear el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). 

Para recordar su vocación y genio científico, reproducimos parte del discurso brindado en el Instituto Popular de Conferencias, el 17 de mayo de 1929.

"El adelanto de las ciencias en un país es el índice más seguro de su civilización. Hablar del futuro de las ciencias en una Nación es lo mismo que expresar qué jerarquía ocupará en el mundo civilizado. Falta de ciencia es sinónimo de barbarie o de atraso. La verdadera supremacía de un pueblo se basa en la labor silenciosa y obstinada de sus pensadores, hombres de ciencia y artistas; esta obra reporta fortuna y gloria al país, bienestar a toda la humanidad.

No es de extrañar que nuestra cultura científica sea aún deficiente, ya que un país alcanza primero a tener una literatura, luego comienza a aparecer la especulación filosófica y se desarrollan las artes, pero es sólo al fin, por una gestación lenta y muy laboriosa, que llegan a cultivarse las ciencias. Este florecimiento científico lento y tardío es un hecho constante en todas las naciones, aunque no significa en modo alguno una superioridad jerárquica de las ciencias, pues sólo responde a la evolución histórica del conocimiento humano.

El dilema para nuestro país es querer ser o no querer ser una gran potencia en la obra de la civilización humana. Si queremos ser bien civilizados y serlo cada vez más, debemos cultivar las ciencias mucho más que hasta hoy."

 
Fuente: Bernardo Houssay, Escritos y Discursos, Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1942.

CAMILA Y LADISLADO, AMOR PROHIBIDO


El era sacerdote. Ella, una niña de sociedad. A pesar de los severos límites que imponían esas circunstancias, los ahogó una pasión que terminó por matarlos: el Restaurador, Juan Manuel de Rosas, ordenó su fusilamiento aun sabiendo que ella estaba embarazada.

La actual iglesia del Socorro, en Suipacha y Juncal, fue escenario del despertar de este amor desgraciado. Por los años 1847/48, plena época rosista, el lugar era un tranquilo barrio de quintas arboladas entre cuyo verdor se destacaban las elegantes torres del templo.

En las cercanías vivía la familia O’Gorman, compuesta por el padre, de origen francoirlandés; la madre, porteña de antigua estirpe, y seis hijos, entre los que se distinguía Camila.

Esta joven, de unos veinte años, era, al decir de Berutti, "muy hermosa de cara y de cuerpo, muy blanca, graciosa y hábil pues tocaba el piano y cantaba embelesando a los que la oían". Camila, además, tenía una gran personalidad, quizás heredada de su célebre y bella abuela Anita Perichon, amante del virrey Liniers.

El otro protagonista de esta historia había llegado unos años antes desde Tucumán. Era, según recordaba Antonino Reyes, "un joven de pelo negro y ensortijado, cutis moreno y mirada viva, modales delicados y un conjunto simpático". Decían que era "juicioso y lleno de aptitudes" y venía a Buenos Aires para seguir la carrera eclesiástica. Ordenado sacerdote a los veinticuatro años, Ladislao Gutiérrez fue designado párroco en la iglesia del Socorro. Pronto reparó en la joven alta, de pelo castaño y expresivos ojos oscuros, de andar elegante y gracioso. No tuvo que esperar mucho para que se la presentaran: era hermana de Eduardo O’Gorman, compañero en la carrera sacerdotal.

Como casi todas las mujeres de esa época, Camila era bastante devota. Iba a misa con frecuencia y le gustaban mucho los sermones del nuevo párroco. A veces él iba de visita a su casa. Poco a poco se hicieron amigos y empezaron a encontrarse en sus paseos por Palermo.

Camila comenzó a sentir algo nuevo, completamente nuevo y desconocido. Cuando escuchaba sus sermones en la iglesia, su voz decía más que las palabras que pronunciaba, y mientras se dirigía a toda la concurrencia era ella la que recibía la mirada de sus pupilas ardientes y sentía que un licor la incendiaba por dentro.

Una vez más se imponía el misterio del amor entre dos seres. Tampoco él podía acallarlo. ¡Camila! Su presencia transformaba el oscuro recinto del templo en un lugar paradisíaco. Desde que hacía su aparición, sentándose con gracia en la alfombra extendida por su sirviente, sólo podía dirigirse a ella. Nunca había sentido algo así por nadie.

Aumentaron sus conversaciones y paseos. Ella tenía muchas dudas respecto de la religión y él trataba de aclarárselas, aunque las suyas iban creciendo a medida que pasaban los días.

¿En qué se basaba su vocación? ¿A quién debía fidelidad? ¿Era Dios como se lo habían enseñado? ¿Quién podía arrogarse el derecho de conocer sus deseos? ¿No era El responsable de esa atracción irresistible entre ellos? Cuando les resultó imposible ignorar ante sí mismos que se querían, él la tranquilizó convenciéndola de que aquello no era un crimen. Reconocía haberse equivocado al seguir la carrera sacerdotal, pero consideraba que, por las circunstancias, sus votos eran nulos. Y si la sociedad no permitía que la hiciera su esposa ante el mundo, el la haría suya ante Dios. Querían cumplir su voluntad, vivir juntos y multiplicarse como la pareja primigenia. El había cometido un error, pero ante todo era un hombre creado a imagen y semejanza de Dios, con inteligencia y libertad para arrepentirse de su decisión equivocada y empezar una nueva vida junto al ser querido que Dios había puesto en su camino. Todo desaparecía ante la imperiosa necesidad de vivir juntos. Dejarlo todo para tenerlo todo. Nada podía existir superior a esto.

Camila se dejó convencer. No podía imaginarse la vida sin él, pero tampoco estaba dispuesta a ser "la barragana del cura". Empezaron a concebir la idea de huir de Buenos Aires y cambiar de identidad para poder vivir casados ante Dios y ante los hombres. Pero, ¿adónde irían para que no los pudieran alcanzar las autoridades civiles y eclesiásticas? ¿Y cuánto aguantaría una delicada niña, acostumbrada a la vida muelle y entretenida de las porteñas amigas de Manuelita Rosas, las estrecheces por las que deberían pasar hasta llegar a instalarse en un lugar seguro? Poco a poco fueron forjando el plan: llevarían algo de ropa, lo que pudieran juntar de plata y dos caballos. Irían hacia Luján, de allí pasarían a Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.

El destino final, si todo andaba bien, sería Río de Janeiro. Al pasar a Santa Fe fingirían haber perdido los pasaportes y pedirían otros con nombres falsos. El 12 de diciembre de 1847 fue el día elegido para la fuga. Al llegar a Luján, en una enramada que les había proporcionado el mesero y bajo la noche refulgente de estrellas, los amantes tuvieron su momento de felicidad.

Mientras tanto, en Buenos Aires, a la consternación había seguido el pánico: ¿cómo tomaría el Restaurador de las Leyes y del Orden este desacato a todas las normas morales, civiles y sociales?

Pasados diez días, Adolfo O’Gorman denunció el hecho al gobernador como "el acto más atroz y nunca oído en el país", mientras el obispo Medrano pedía al gobernador que "en cualquier punto que los encuentren a estos miserables, desgraciados infelices, sean aprehendidos y traídos, para que, procediendo en justicia, sean reprendidos por tan enorme y escandaloso procedimiento".

A Rosas lo tenían sin cuidado los amancebamientos de algunos curas. Lo que no podía tolerar era una falta de obediencia hacia su persona.

Rosas podría haber usado su poder en forma magnánima para perdonar.

Si los jóvenes hubieran acudido a pedirle ayuda, seguramente lo habría hecho. Pero al escándalo de la fuga se sumaba el ser partícipe de ella una niña tan relacionada en sociedad. Y aquí las opiniones se dividían: para la mayoría, era un víctima; para los demás, una perdida.

Por el momento, la suerte parecía sonreír a los enamorados. Ya en Paraná, en febrero de 1848, consiguieron un pasaporte a nombre de Máximo Brandier, comerciante, natural de Jujuy, y su esposa, Valentina Desan.

Al llegar a Goya con su nueva identidad pudieron tomarse un respiro y prepararse para la última etapa: Brasil. Mientras tanto, para ganarse la vida abrieron una escuela para niños, la primera que existió en esa pequeña ciudad.

Pudieron vivir cuatro meses en una relativa felicidad, olvidando la persecución de que eran objeto. El 16 de junio ocurrió el desastre cuando encontraron en una casa de familia a un sacerdote irlandés que conocía a Gutiérrez.

Tomados por sorpresa, sólo atinaron a negar su verdadera identidad. La noticia voló y al día siguiente, por orden del gobernador Virasoro, los dos maestros fueron encarcelados e incomunicados. La maquinaria del poder empezaba su obra despiadada.

En cuanto Rosas conoció la noticia dio orden de que condujeran a los reos en dos carros separados a Santos Lugares, donde estaba la más temida prisión del régimen. Con creciente angustia, los amantes vieron cómo se cerraban las puertas de sus respectivas prisiones. Estaban incomunicados entre ellos y con el resto del mundo. Camila, sin embargo, pudo hacer llegar una carta a su amiga Manuela Rosas. Esta le contestó el 9 de agosto alentándola a que no se dejara quebrar, que ella la ayudaría. El mismo día empezó a preparar, en la Casa de Ejercicios, un lugar para su amiga. También hizo llevar libros de historia y de literatura para Gutiérrez a la cárcel del Cabildo. Pero en el plan de Rosas no entraba la llegada de los reos a Buenos Aires, donde podrían haberse defendido. Para no tener que enfrentarse con los pedidos de clemencia de su hija, era necesario actuar rápida y drásticamente.

Las declaraciones que Camila hiciera en San Nicolás no hacían sino corroborar su posición subversiva: no estaban arrepentidos, sino "satisfechos a los ojos de la Providencia" y no consideraban criminal su conducta "por estar su conciencia tranquila". ¿Adónde se iba a llegar si hasta las simples mujeres se creían con derecho a entenderse directamente con Dios? Todo eso olía a luteranismo y libre interpretación de la Verdad. Era muy peligroso.

Según Marcelino Reyes, la joven preguntó si el señor gobernador estaba muy enojado y quiso saber lo que decían de ella. Después de dejarla comer y descansar, Reyes retomó su conversación con Camila para aconsejarla sobre lo que debía declarar. Camila hizo entonces con franqueza la historia de sus amores con Gutiérrez. Databan de fecha muy anterior a su fuga. Explicó que él no tenía vocación y su matrimonio había sido ante Dios. Que él no había hecho sus votos de corazón y que, por consiguiente, eran falsos y no era sacerdote. Que la intención de los dos era irse a Río de Janeiro, pero que no lo habían podido efectuar por falta de recursos.

También Gutiérrez había hecho su exposición y ambas fueron llevadas por un chasque ante el gobernador, esa tarde del 17 de agosto.

Casi amanecía cuando despertó a todos el retumbar de cascos de caballos, gritos y golpes violentos en el portón de entrada. Era el modo que tenían los hombres del gobernador de anunciar su llegada. Rosas ordenaba la inmediata ejecución de los reos sin dar lugar a apelación ni defensa. Sólo se les otorgaban unos instantes para confesarse y prepararse para morir. Fue entonces cuando Reyes decidió mandar un urgente despacho avisando el estado de preñez de la joven, avalado por el médico de la prisión. Al mismo tiempo mandó una carta a Manuelita explicándole la urgencia de la situación.

Reventando caballos llegó el chasque a Palermo y entregó los despachos al oficial de guardia. Pero la carta jamás llegó a Manuelita. El gobernador no podía aceptar que existiera un testimonio vivo de la de­sobediencia, un hijo que hubiera representado para muchos el triunfo del amor sobre el orden establecido.

Cerca de la hora, Gutiérrez hizo llamar a Reyes a su calabozo. El ex cura estaba sentado en el catre, vestido con levita y pantalón negro. Su semblante dejaba entrever la tempestad de sentimientos que lo acosaba. Intentó disimularlos y con forzada cortesía se puso de pie al verlo entrar y le dijo:
– Lo he llamado para que me diga si Camila va a tener igual suerte que yo.
– Prepárese para oír lo más terrible: Camila va a morir también.
Me pareció que Gutiérrez demostraba cierta satisfacción.
– Gracias – contestó con voz fuerte.
Luego le pidió que entregara a Camila un papelito. Sacó de la gorra de piel que llevaba un lápiz y escribió:
"Camila mía: acabo de saber que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir en la tierra, unidos, nos uniremos en el cielo, ante Dios. Te abraza, tu Gutiérrez."

Sentaron a cada uno de ellos en una silla, cargada por cuatro hombres a través de dos largos palos. Como a todos los condenados, les vendaron los ojos y, escoltados por la banda de música del batallón, los llevaron al patio rodeado de muros. Bajo el pañuelo, los ojos de Camila dejaban escapar dos hilos de lágrimas que, a pesar del dominio de sí expresado en un rostro inmutable, no podía evitar.

Mientras los soldados los ataban nerviosamente a los banquillos, Camila y Gutiérrez pudieron hablarse y despedirse, hasta que este último comenzó a gritar: "Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, y en ese estado ¡miserables...!".

Sus palabras fueron acalladas por el capitán Gordillo, que mandó redoblar los tambores e hizo la señal de fuego. Cuatro balas terminaron con su vida.

Después, se oyeron tres descargas y Camila, herida, se agitó con violencia. Su cuerpo cayó del banquillo y una mano quedó señalando al cielo. "... en la vecindad quedó el terror de su grito agudísimo, dolorido y desgarrador..."

Esta historia de amor de inocentes víctimas de intereses políticos iba a convertirse con el tiempo en el suceso más imperdonable del gobierno de Rosas... Sería el comienzo del fin. 



Por Lucía Gálvez
Escritora, licenciada en historia
La Nación 30.01.2005

SATAN, HEROE DE VERDUN


La batalla de Verdún (1916) fue la más larga y una de las más sangrientas libradas por el ejército alemán y el francés durante la Primera Guerra Mundial. La ofensiva inicial del ejército alemán obligó a replegarse a los franceses que se atrincheraron y defendieron heroicamente el sitio de Verdún. Uno de estos héroes fue Satán.

Una de las posiciones estratégicas estaba siendo masacrada por lo alemanes, a sus defensores apenas les quedaba munición, poco o nada podían hacer ante el continuo bombardeo de la artillería. Eran momentos en los que hasta los ateos se encomendaban a Dios y, de repente, una silueta negra atravesaba las líneas enemigas hacia su posición. Los francotiradores alemanes comenzaron sus apuestas para ver quién derribaba a aquella siniestra aparición. Uno de ellos hizo blanco en una pata y cayó. Pero, para sorpresa de todos, se volvió a levantar, y cojeando siguió corriendo hasta llegar a las trinqueras de los sitiados. Aquella extraña silueta era Satán, un perro cruza de galgo y collie adiestrado por el ejército francés como mensajero, con una máscara de gas, un mensaje al cuello y unas alforjas.

El mensaje decía: ¡Por el amor de Dios, aguantad! Mañana enviaremos refuerzos.

En las alforjas que portaba Satán había dos palomas. Anotaron los coordenadas de la artillería alemana y enviaron el mismo mensaje con los palomas. Una de ellas fue abatida pero la otra llegó a su destino. Con la información suministrada la artillería francesa consiguió silenciar a la alemana y liberar a sus compatriotas.

Satán les salvó la vida.


Fuente : www.historiasdelahistoria.com

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