A pesar de que los libros de historia recogen este conflicto como una guerra, lo cierto es que debido a su duración bien podría tratarse de una batalla aislada. No obstante, a día de hoy, la guerra Anglo-Zanzibariana es considerada como la guerra más corta de la historia del hombre, y es que duró tan sólo 45 minutos.
Esta guerra comenzaría a fraguarse con la muerte del Sultán Hamad bin Thuwaini, el 25 de agosto de 1896. Este hombre, responsable directo de Zanzíbar, había estrechado lazos desde 1893 con el Imperio Británico. Sus buenas relaciones y su disposición para cooperar con la administración colonial, parecían ser del agrado de los británicos. Todo el mundo estaba contento menos su primo Khalid bin Bargash, al que la idea de ser tan afable con los extranjeros no le parecía tan buena.
A pesar de que la muerte de Hamad bin Thuwaini no pudo investigarse en profundidad, todo parece apuntar que su repentino fallecimiento se debió al envenenamiento de su primo, con el único fin por parte de éste de hacerse con el poder. Fue así como el 25 de agosto, tras conocer la noticia, Khalid bin Bargash se proclamó heredero de la corona. La noticia no entusiasmó demasiado a los británicos, y es que sabían que con este sultán las cosas no serían tan fáciles. No estaría dispuesto a colaborar tanto como el último y eso significaría problemas y más problemas. Por su parte, tenían muy claro que la sucesión debía tener otro nombre Hamud bin Muhammed, alguien con el que supuestamente podrían negociar mucho mejor.
Una vez tomado el poder por Khalid, los británicos instan a éste a que abdique en Hamud, algo que el entonces (y por poco tiempo) sultán no aceptó bajo ningún concepto. En poco tiempo, cuestión de horas quizá, Khalid consiguió reunir un ejército de 2.800 hombres, además también se hizo con un yate armado del anterior sultán.
En el otro bando, los británicos consiguieron reunir sin mucho esfuerzo cinco naves de guerra (situadas frente al palacio), dos cruceros armados y dos cargueros de armas. Por último realizaron varios desembarcos varias tropas de Marines Reales que trabajarían codo con codo con los “Leales” (ejército de Zanzíbar simpatizante del Imperio Británico).
El sultán le vio las orejas al lobo y se asustó. Hizo un último intento de negociación a través del embajador estadounidense, pero al parecer el intento no cuajó y la guerra finalmente comenzó el 27 de agosto de ese mismo año.
A los pocos minutos de comenzar los bombardeos sobre el palacio, el Sultán se vio en una situación de lo más desesperada. Un edificio medio derruido, hombres muertos por doquier y unas posibilidades de sobrevivir bastante escasas. Por este motivo, decidió abandonar el lugar y dirigirse corriendo a la embajada alemana pidiendo asilo político.
Tras 45 minutos exactos de bombardeos, una vez hundido el barco del sultán, finalizó el fuego. Acto seguido los británicos pidieron a los alemanes que le entregaran al sultán. No obstante este escapó y vivió exiliado en Dar Es Salaam. Unos años después fue capturado por los británicos y exiliados a Mombasa donde finalmente fallecería en 1925.
Fuente: historiageneral.com
Esta guerra comenzaría a fraguarse con la muerte del Sultán Hamad bin Thuwaini, el 25 de agosto de 1896. Este hombre, responsable directo de Zanzíbar, había estrechado lazos desde 1893 con el Imperio Británico. Sus buenas relaciones y su disposición para cooperar con la administración colonial, parecían ser del agrado de los británicos. Todo el mundo estaba contento menos su primo Khalid bin Bargash, al que la idea de ser tan afable con los extranjeros no le parecía tan buena.
A pesar de que la muerte de Hamad bin Thuwaini no pudo investigarse en profundidad, todo parece apuntar que su repentino fallecimiento se debió al envenenamiento de su primo, con el único fin por parte de éste de hacerse con el poder. Fue así como el 25 de agosto, tras conocer la noticia, Khalid bin Bargash se proclamó heredero de la corona. La noticia no entusiasmó demasiado a los británicos, y es que sabían que con este sultán las cosas no serían tan fáciles. No estaría dispuesto a colaborar tanto como el último y eso significaría problemas y más problemas. Por su parte, tenían muy claro que la sucesión debía tener otro nombre Hamud bin Muhammed, alguien con el que supuestamente podrían negociar mucho mejor.
Una vez tomado el poder por Khalid, los británicos instan a éste a que abdique en Hamud, algo que el entonces (y por poco tiempo) sultán no aceptó bajo ningún concepto. En poco tiempo, cuestión de horas quizá, Khalid consiguió reunir un ejército de 2.800 hombres, además también se hizo con un yate armado del anterior sultán.
En el otro bando, los británicos consiguieron reunir sin mucho esfuerzo cinco naves de guerra (situadas frente al palacio), dos cruceros armados y dos cargueros de armas. Por último realizaron varios desembarcos varias tropas de Marines Reales que trabajarían codo con codo con los “Leales” (ejército de Zanzíbar simpatizante del Imperio Británico).
El sultán le vio las orejas al lobo y se asustó. Hizo un último intento de negociación a través del embajador estadounidense, pero al parecer el intento no cuajó y la guerra finalmente comenzó el 27 de agosto de ese mismo año.
A los pocos minutos de comenzar los bombardeos sobre el palacio, el Sultán se vio en una situación de lo más desesperada. Un edificio medio derruido, hombres muertos por doquier y unas posibilidades de sobrevivir bastante escasas. Por este motivo, decidió abandonar el lugar y dirigirse corriendo a la embajada alemana pidiendo asilo político.
Tras 45 minutos exactos de bombardeos, una vez hundido el barco del sultán, finalizó el fuego. Acto seguido los británicos pidieron a los alemanes que le entregaran al sultán. No obstante este escapó y vivió exiliado en Dar Es Salaam. Unos años después fue capturado por los británicos y exiliados a Mombasa donde finalmente fallecería en 1925.
Fuente: historiageneral.com
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