José Feliciano Ama detenido |
El 3 de enero del 32, los naturales de Izalco, Honduras, concurrieron a las urnas para depositar sus votos con fiesta en el alma, dispuestos a recuperar la autoridad perdida a partir de 1894, pero cometieron el error de votar en su mayoría al Partido Comunista. El entonces presidente, el general Maximiliano Hernández Martínez, no tuvo más remedio que manipular los sufragios a través de un fraude descarado e indignante.
Para José Feliciano Ama, jefe indígena oriundo de Izalco, fue la gota que revalsó el vaso colmado de tantos años de humillación y de soberbia por parte de quienes los explotaban inmisericordemente, dejándolos sin sus tierras, segregados y marginados en la indigencia, siendo los propios nativos del país.
Junto a él estalló la sublevación popular. Como el volcán de Izalco que retumbó estremecientemente, los naturales nahuatl irrumpieron violentos al combate en la hora señalada, haciendo tambalear a la burguesía y al gobierno. Pero los machetes no pudieron con las ametralladoras que vinieron a poner las cosas en su lugar. Miles murieron, peones, obreros e indios.
Cuando Ama fue detenido, fue torturado cruelmente. Ya estaba moribundo cuando lo colgaron en las ramas de un olivo de la plaza pública, frente a la iglesia y a la escuela.
Allí quedó por un tiempo como señal de cobarde venganza y para escarmiento del pueblo, sobre todo de los niños que venían de todas partes para asistir a clases.
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