Hoy en día damos por sentado que la imagen del gallo es parte de la veleta, y si viéramos alguna sin él sospecharíamos que fue víctima de un fuerte viento o de la puntería de algún pícaro niño.
Sin embargo, originariamente, las veletas no contaban con el madrugador amigo.
Fue en el siglo IX, cuando el Papa ordenó que colocaran un gallo en los campanarios de las iglesias para simbolizar el hecho de que San Pedro negara tres veces conocer a Jesús antes del canto del gallo según cuenta el Evangelio.
He aquí que los campanarios de las iglesias ya estaban adornados con veletas para medir la dirección del viento, por lo que se optó como solución colocar el gallo sobre ella, e inaugurando así la costumbre que todos conocemos.
Sin embargo, originariamente, las veletas no contaban con el madrugador amigo.
Fue en el siglo IX, cuando el Papa ordenó que colocaran un gallo en los campanarios de las iglesias para simbolizar el hecho de que San Pedro negara tres veces conocer a Jesús antes del canto del gallo según cuenta el Evangelio.
He aquí que los campanarios de las iglesias ya estaban adornados con veletas para medir la dirección del viento, por lo que se optó como solución colocar el gallo sobre ella, e inaugurando así la costumbre que todos conocemos.
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