Pigmalión, escultor de Chipre, tenía un ideal de mujer que nunca encontró, por lo que se quedó soltero. El escultor decidió emprender la creación de una escultura que simbolizara el ideal de la belleza femenina, compendio de todas las gracias y que reflejara las cualidades de belleza, armonía, nobleza, sensibilidad, ternura que él buscaba...
Decidió tallarla en marfil y trabajó noche y día sin descanso hasta que terminó una escultura tan perfecta, que reflejaba todo lo que buscaba. Inevitablemente, se convirtió en una obsesión para él, enamorándose de la estatua.
Desesperado, pidió ayuda a Afrodita, Diosa de la Belleza, quien, admirada de la obra maravillosa que había realizado y conmovida por el sufrimiento del escultor, decidió dar vida a la estatua, que fue bautizada con el nombre de Galatea.
Galatea se unió en matrimonio con Pigmalión viviendo felices el resto de su existencia.
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