"Hermoso día"- dice el gobernador del estado de Massachusetts.
A la medianoche de este lunes de agosto, dos obreros italianos se sentarán en la silla eléctrica de la Casa de la Muerte, en la prisión de Charlestown. Nicola Sacco, zapatero, y Bartolomeo Vanzetti, vendedor de pescado, serán ejecutados por crímenes que no cometieron.
Las vidas de Sacco y Vanzetti están en manos de un mercader que ha ganado cuarenta millones de dólares vendiendo autos Packard. Alvan Tufts Fuller, gobernador de Massachusetts, es un hombre pequeño sentado detrás de un gran escritorio de madera tallada. Él se niega a ceder ante el clamor de protesta que resuena desde los cuatro puntos cardinales del planeta. Honestamente cree en la corrección del proceso y en la validez de las pruebas; y además cree que merecen la muerte todos los malditos anarquistas y mugrientos extranjeros que vienen a arruinar este país.
A la medianoche de este lunes de agosto, dos obreros italianos se sentarán en la silla eléctrica de la Casa de la Muerte, en la prisión de Charlestown. Nicola Sacco, zapatero, y Bartolomeo Vanzetti, vendedor de pescado, serán ejecutados por crímenes que no cometieron.
Las vidas de Sacco y Vanzetti están en manos de un mercader que ha ganado cuarenta millones de dólares vendiendo autos Packard. Alvan Tufts Fuller, gobernador de Massachusetts, es un hombre pequeño sentado detrás de un gran escritorio de madera tallada. Él se niega a ceder ante el clamor de protesta que resuena desde los cuatro puntos cardinales del planeta. Honestamente cree en la corrección del proceso y en la validez de las pruebas; y además cree que merecen la muerte todos los malditos anarquistas y mugrientos extranjeros que vienen a arruinar este país.
[Eduardo Galeano, Memorias del fuego]
Había que hacerlo, todos sabían que esos obreros no eran culpables, todos sabían que no era a ellos a quienes se estaba juzgando, era a su ideología, y esa farsa era una señal, era una advertencia de que no tolerarían que gente como ellos intentaran cambiar su sistema, ese sistema gracias al cual, los bolsillos de quienes sustentaban el poder se encontraban llenos de dinero, y no les importó que debieran asesinar a algunos para que otros lo entendieran, al fin y al cabo, ya lo habían hecho demasiadas veces como para empezar a tener problemas de conciencia, y ese día el 23 de Agosto de 1927, el verdugo, un oscuro funcionario del Estado de Massachusetts bajó la fría palanca que terminaría de cerrar toda la mentira.
Todo había comenzado cuando cayó asesinado un pagador y sereno de una fábrica de zapatos en la Ciudad de South Brantree, y al no dar con los culpables, policías y jueces, ven la oportunidad de armar una parodia de juicio en el que jamás pudieron demostrar la culpabilidad de ninguno de estos dos italianos, pero no les importó, la clase política los aprobó para que dieran el veredicto que ellos necesitaban, porque la salud del sistema así lo requería.
Las sentencia llegó formalmente, fueron declarados culpables porque era necesario que fueran declarados culpables y el 14 de Julio de 1921 el juez estampó su firma: Pena de muerte.
"¡No hay justicia para los pobres en América!
...¡Oh, compañeros míos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y de la justicia para todos! ¡Este horror debe terminar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como mueren todos los anarquistas, altivamente, protestando hasta lo último contra la injusticia...Por eso muero y estoy orgulloso de ello! No palidezco ni me avergüenzo de nada; mi espíritu es todavía fuerte. Voy a la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruida..."
Nicola Sacco
Miles se manifestaron, marcharon, protestaron, no sólo en Nueva York, Boston, Chicago, San Francisco, sino también en Londres, París, Buenos Aires o África del Sur. No era bastante. En la noche de su ejecución, miles se manifestaron en Charlestown, pero fueron mantenidos lejos de la prisión por una multitud de policías. Se arrestaron a los manifestantes. Había ametralladoras en las azoteas y grandes reflectores barriendo la escena. Una gran muchedumbre se congregó en Union Square el 23 de agosto de 1927.
Después de medianoche, las luces de la prisión oscurecieron y los dos hombres fueron electrocutados. El New York World describió la escena: "La muchedumbre respondió con un sollozo gigante. Las mujeres se desmayaron en quince o veinte lugares. Otros, también superados, se reprimieron y escondieron las cabezas entre sus manos. Los hombres se apoyaban unos en otros y lloraban".
"Ochenta años de uno de los crímenes “legales” más mentados. El de Sacco y Vanzetti, cometido por el poder de Estados Unidos, en la ciudad de Boston. La silla eléctrica. Pero no pudieron matarlos en la memoria. Sacco y Vanzetti pasaron a ser, para siempre, “Héroes del pueblo”. Publicaciones, actos, conferencias, obras de teatro, filmes, hermosas canciones, los recuerdan. Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, un zapatero y un vendedor de pescado, así de humildes. Dos italianos inmigrantes. Pero saltaron a la gloria. A los jueces, a los funcionarios que actuaron en este increíble crimen legal ni se los recuerda. Pero se los nombra. Principalmente al juez Fuller. En realidad, todos los jueces que interpretan las leyes a favor del poder quedan en la lista negra de la historia".
Osvaldo Bayer
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