UN ROBO DE 30 PALOS


Hacia fines de 1992, el Banco Central de la República Argentina aún estaba en el proceso de reemplazar los viejos billetes en australes por los flamantes pesos. Así, se recuperaban los de 500.000 australes - que aún estaban vigentes -, se los quemaba y cambiaba por los de 50 pesos. Un trámite burocrático, para la mayoría. Una oportunidad, para unos pocos.


El 22 de diciembre de ese año, el jefe del Tesoro de Rosario, Norberto Schiavetti, recibió el llamado de un funcionario del Banco Central informándolo de que al día siguiente irían a verlo tres inspectores para retirar 30.000.000 de pesos en billetes de 500.000 australes. El funcionario obedeció la orden: al otro día estuvo puntual en el aeropuerto de Fisherton con un camión blindado y el dinero.


"Debido a la falta de billetes de $50 el Directorio del BCRA ha resuelto por una situación de emergencia el reciclaje de (billetes de) 500.000 australes para una zona del país", decía la nota que le mostraron, apenas arribados, los tres inspectores. Schiavetti les entregó el dinero y mandó a un empleado de confianza para acompañar el envío.


Los inspectores se deshicieron del empleado con engaños en cuanto llegaron a Buenos Aires. Y desaparecieron con la plata. Horas más tarde, Schiavetti llamó al Central para ver si habían recibido el dinero. Entonces se enteró de que todo, desde el primer llamado, había sido falso. Los estafadores hasta habían desviado líneas telefónicas para asegurar el engaño.


La banda quedó al descubierto al mes. Cinco personas fueron condenadas tres ó cuatro años de prisión en 2002. Y el líder de la organización, Héctor "Tito" Rima, esquivó la cárcel pagando una fianza... con avales falsos.


El grueso de los 30.000.000 pesos que robaron, nunca aparecieron.

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