Un informe médico dictaminó que el general Augusto Pinochet padecía demencia senil. Es decir por no estar en su sano juicio, no podía ser sometido a juicio.
Pinochet atravesó sin inmutarse trescientas demandas criminales y murió sin sufrir ni una sola condena. La democracia chilena había renacido obligada al pago de sus deudas y al olvido de sus crímenes, y él compartía la amnesia oficial.
Había matado, había torturado, pero decía:
- Yo no fui. Además, no lo recuerdo. Y si lo recuerdo, yo no fui.
Se olvidó Pinochet que se hizo mundialmente famoso por el Milagro de , el experimento terriblemente exitoso con el mercado libre, las privatizaciones, la desregularización y la expansión económica sin sindicatos.
Que se apoderó brutalmente del Gobierno en 1973, derrocando a un gobierno democrático y asesinando a quien se oponía. Que la tasa de desempleo de Chile era del 4,3% entonces, y que en 1983, después de diez años de modernización con el libre mercado, el desempleo alcanzaba el 22%. Que los sueldos reales bajaron un 40% durante su gobierno.
Se olvidó Pinochet que en 1970, un 20% de la población de Chile vivía en la pobreza, y que en 1990, el año que dejó el cargo, el número de indigentes se había doblado hasta el 40%. Un auténtico milagro.
Se olvidó Pinochet que abolió el salario mínimo, prohibió a los sindicatos negociar las condiciones de trabajo, privatizó el sistema de pensiones, suprimió todos los impuestos sobre patrimonio y beneficios empresariales, redujo el empleo público, privatizó 212 industrias del Estado y 66 bancos y controló el superávit fiscal. Que liberado de la fría mano de la burocracia, de los impuestos y de los derechos sindicales, el país dio un gran salto hacia adelante, hacia la bancarrota y la depresión.
Se olvidó Pinochet que en 1970, un 20% de la población de Chile vivía en la pobreza, y que en 1990, el año que dejó el cargo, el número de indigentes se había doblado hasta el 40%. Un auténtico milagro.
Se olvidó Pinochet que abolió el salario mínimo, prohibió a los sindicatos negociar las condiciones de trabajo, privatizó el sistema de pensiones, suprimió todos los impuestos sobre patrimonio y beneficios empresariales, redujo el empleo público, privatizó 212 industrias del Estado y 66 bancos y controló el superávit fiscal. Que liberado de la fría mano de la burocracia, de los impuestos y de los derechos sindicales, el país dio un gran salto hacia adelante, hacia la bancarrota y la depresión.
Pero sobre todo, se olvidó de sus persecusiones, de su intolerancia, de su violencia, de sus torturas y sus asesinatos.
¿Se habrá enterado que en el idioma futbolístico se llamaban Pinochet a los equipos muy malos, porque llenan estadios para torturar a la gente?
Irónicamente, y en gesto involuntario de adhesión, Pinochet murió el Día Internacional de los Derechos Humanos, mientras se descubrían más de treinta millones de dólares, por él robados, en ciento veinte cuentas de distintos bancos del mundo.
De eso también se debe haber olvidado.
Manifestaciones por el fallecimiento de Pinochet, 10 de diciembre de 2006 |
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