EL PERIODISMO EN MALVINAS


A 30 años de la guerra por la soberanía de las Islas Malvinas, casi todos los medios publican ediciones especiales tratando de explicar las causas que llevaron a la Argentina a enfrentarse con Gran Bretaña. Muchos de los mismos medios que hoy analizan los errores del Gobierno militar, no realizan una autocrítica de la participación pasiva que tuvieron durante los dos meses que duró el conflicto bélico. A excepción de muy pocos casos, los diarios y revistas de mayor circulación se sumaron al sentimiento nacionalista y exitista que intentaba imponer la dictadura militar.

Desde las tapas de los principales matutinos porteños, se acompañó, y a veces hasta arengó, la euforia ciudadana que despertó la posibilidad de recuperar dos islas olvidadas en el sur del continente aquel 2 de abril de 1982.

La población se lanzó a las calles y llenó la Plaza de Mayo para proclamar una victoria inventada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri y reflejada en los medios de comunicación, que sólo se limitaban a levantar las noticias que transmitían la agencia y el canal estatal. Los medios llamaron a la población a manifestarse mientras el presidente de facto gritaba desde el balcón: “si quieren venir que vengan, les daremos batalla”.

Clarín titulaba por aquella época: “Euforia popular por la recuperación de Malvinas” y La Nación se sumaba días después con un “Alborozo ciudadano por la reconquista de Malvinas”.

La Razón, el 2 de abril de 1982, horas después de iniciarse el conflicto, titulaba: "Se recupera una zona de gran riqueza" y desde Córdoba, La Voz del Interior decía: "Argentina reconquista las islas Malvinas".

El título que eligió Crónica fue "Argentinazo:¡Las Malvinas recuperadas!" y la sexta edición de La Razón afirmó en la tapa: "En las Malvinas hay gobierno argentino".

Sólo tres periodistas argentinos fueron a las Malvinas a cubrir la guerra: Nicolás Kasanzew de Canal 7, y Diego Pérez Andrade y Carlos García Malod, ambos de la agencia estatal Télam. Los medios oficiales estaban controlados por el Gobierno de facto y no dejaban filtrar ninguna noticia que se contradijera con el discurso oficial de triunfalismo.

Desde Buenos Aires, era muy limitada la información genuina que los medios podían levantar, por lo que no hubo una intención de investigar lo que realmente estaba pasando con los 5.000 soldados que desembarcaron en las Islas.

La euforia Malvinas la transmitieron también periodistas como Mariano Grondona y Bernardo Neustadt.

Las páginas de revistas como Gente o Somos se llenaron con fotos e imágenes de jóvenes de 18 años “dando la vida por la patria”, aunque no todas coincidieron en su postura frente al conflicto:
La revista Gente publicó un título simbólico, que quedó grabado en el imaginario colectivo de la Argentina: "Estamos Ganando", decía su tapa del 6 de mayo de 1982. Siete días después, el próximo número, fue titulado "Gran Bretaña asesina".

El 27 de mayo insistió con "Seguimos ganando" y detalló: "6 buques hundidos, 16 averiados, 21 aviones y 16 helicópteros derribados. Estamos destruyendo la flota británica". Por aquella época, el ejército del Reino Unido había desembarcado en San Carlos, un hecho nada alentador para los soldados argentinos.

La revista Somos también fue parte de la tendencia triunfalista. El 9 de abril de 1982 publicó un número extraordinario titulado: "Victoria ¿Y ahora qué?". El 15 de junio, cuando la derrota era una realidad innegable, el título fue "Perdimos la guerra, no perdemos el país".

La revista Humor intentó ser crítica desde la ironía. Algunos de sus titulares fueron:"Relaciones interiores, ¿nos hicieron la cama?", en mayo de 1982 y "Nos invaden cada 176 años", en el mes de junio.

La revista La Semana tampoco sucumbió al fervor triunfalista, y sufrió las consecuencias de su mirada alternativa. A cargo de Samuel Gelblung, la revista publicó un artículo del prestigioso periodista Jack Anderson en el que se decía que el futuro de la guerra de Malvinas era, para la Argentina, poco promisorio. La visión crítica desencadenó una ola de censura gubernamental que se extendería en poco tiempo a varios medios y que le depararía a Gelblung una serie de amenzas y bombas que hicieron que dejara el país a causa de su posición antibelicista.

El diario Buenos Aires Herald tampoco se plegó al sentir nacionalista, tal vez porque los militares no entendían inglés. Pero, ningún medio tenía una fuente propia, nadie hablaba de los muertos, ni de las condiciones en las que estaban los soldados, ni de las estrategias reales para poder ganar una guerra, que parecía perdida de antemano.

Las preguntas llegaron después, cuando hubo que anunciar la derrota y nadie pudo creerlo, ante los titulares que sólo hablaban de victoria.

El 14 de junio de 1982 la Junta Militar admitió la derrota, que costó la vida de 649 argentinos y la credibilidad de los medios, que 30 años después intentan recuperar.

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