Steven Callahan estudió filosofía en la universidad. No contento con sus posibilidades laborales se entrenó como ingeniero naval, gracias a lo cual comenzó a diseñar y construir embarcaciones. Con esas mismas embarcaciones que el diseñaba practicó navegación, y en barco viajó a lo largo y ancho de todo el mundo. Su vida fue la de cualquier amante de la mar hasta comienzos de los 80. Entonces comenzó un viaje en barco que cambiaría su vida.
Callahan salió del puerto de Newport, en Rhode Island, en 1981 tripulando Napoleon Solo, una embarcación diseñada y construida por él mismo. Su primera parada fue en Las Bermudas, donde recogió a su amigo Chris Latchem, junto al que partió a Inglaterra.
Allí, Callahan pasó unos días junto a Chris, y a la llegada del otoño decidió partir en solitario desde Penzance dirigiéndose hacia el sur. En las siguientes semanas surcó las aguas de la costa francesa haciendo una parada a causa del mal tiempo en La Coruña. El temporal había dañado notablemente al Napoleon Solo, por lo que tuvo que detenerse unos días a reparar los daños y así poder continuar su viaje.
Continuando hacia el sur, surcó la costa de Portugal, pasó por Madeira y se dirigió de nuevo hacia el sur, llegando a las Islas Canarias, donde haría una nueva parada para abastecerse. Tras unos días decidió que su viaje por el lado este del Atlántico había finalizado, por lo que puso su siguiente objetivo en Antigua, en su continente natal.
Napoleón Solo, la embarcación de Steven Callahan |
El 29 de Enero de 1982, Steven Callahan partió de la isla de El Hierro a bordo del Napoleon Solo. Después de sólo siete días, la pesadilla comenzó. Después de una pequeña tormenta, un agujero había aparecido en la embarcación y el agua estaba entrando a una velocidad que le impediría llegar a América.
Por suerte, Callahan era un tipo muy precavido, así que hinchó su bote salvavidas y se pasó a él. Después, pasó al bote todo lo que tuvo tiempo de salvar: un saco de dormir, arpones, un cojín, un kit de primeros auxilios, algo de comida, mapas de navegación, bengalas de humo, dos destiladores de agua y un manual de supervivencia escrito por Dougal Robertson.
Completamente a la deriva, la embarcación continuó camino de América, alejándose cada vez más de tierra firme. A los pocos días, se vio obligado a empezar a pescar y a encontrar un modo de optimizar sus días y su supervivencia, esperando a que algún barco lo encontrase. A lo largo de los días fue avistando algunos barcos, pero ninguno lo suficientemente cerca como para que se percatase de su presencia. Las bengalas no surtían el efecto, pero Callahan en ningún momento desesperó lo más mínimo.
Así pasaron un total de 76 días hasta que el 20 de Abril de 1982, en plena noche, avistó por primera vez luces de civilización en el horizonte. Se trataba de la isla de Marie Galante, al suroeste de Guadalupe. Al día siguiente, un pescador le encontró y lo ayudó a alcanzar por fin tierra firme, después de 83 días en la mar, 76 de los cuales totalmente a la deriva.
Fuente: www.recuerdosdepandora.com
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